miércoles, 23 de diciembre de 2015

Núm. 30. CONJURA DE FALSARIOS

Fecha de publicación: 28 - VII - 1979.




"Soraya ha jugado con el sultán...conmigo...y también contigo, no lo olvides." -Ben Jerifaz al Guerrero.



       El Guerrero del Antifaz y Li Chin ponen rumbo a Esmirna en la nave capturada a Ben Jerifaz, acompañados por un grupo de soldados españoles que se encargan de vigilar con suspicacia a los prisioneros otomanos que la tripulan.
       Bajo cubierta, un encadenado Jerifaz pide al guerrero enmascarado que le suelte las manos para poder comer con comodidad. El turco afirma que si le entrega a Bayaceto, el sultán ordenará su muerte por haber secuestrado a su favorita. La conversación se agría por momentos y nuestro héroe decide volver a encadenar a su prisionero. En eso, Soraya baja a la sentina y aconseja al cristiano que tenga bien sujeto al celoso capitán, pues puede llegar a resultar peligroso. Sin embargo, cuando el Guerrero le da la espalda para asegurar las cadenas del turco, Soraya le golpea con una barra de hierro. Jerifaz aprovecha que todavía está libre para coger un taburete y romperlo sobre la cabeza de su rival. Nuestro héroe se desploma inconsciente, y cuando el capitán otomano se dispone a matarle con una daga, la sultana se lo impide, pues planea llevarlo a Esmirna como esclavo.
       Mientras ella permanece junto al cristiano, que ha sido encadenado, Jerifaz sube a cubierta y arenga a sus hombres para que se rebelen contra los soldados que les vigilan. Los turcos amenazan con asesinar al Guerrero si no se rinden; pero los cristianos no confían en que sus vidas sean respetadas una vez depongan las armas. Jerifaz les promete que pueden abandonar la nave en una chalupa y agarrados a algunos objetos flotantes, y terminan por claudicar.
       Cuando nuestro héroe recupera el conocimiento, Soraya le confiesa que no quiere regresar junto a su esposo, ya que teme que Bayaceto no se fíe ya de ella; ni tampoco desea permanecer al lado de Jerifaz. Lo que pretende es que el enmascarado se la lleve con él.
       En ese momento aparece Li Chin dispuesta a apuñalar a la sultana, pero el Guerrero le ordena que no lo haga y le libere de los hierros que le aprisionan. Una vez suelto, sube a cubierta, y, al verle, Jerifaz malinterpreta que ha sido su amada quien le ha quitado las cadenas.
       En España, los falsos inquisidores que dejaran inconsciente a Ramiro, deciden dejarle con vida y llevarlo, junto a Adolfito, ante su jefe. Ana María ya ha sido conducida ante la presencia del siniestro Cicuta, quien, para atemorizarla y confundirla, la encierra en una celda donde la condesa, supuestamente, hará penitencia hasta que su esposo regrese. También le dice que él le ayudará a que el hijo que espera no nazca; lo que deja espantada a Ana María, que, a estas alturas, está arrepentida de haber pensado en abortar en un momento dado.
       Mientras tanto, Don Luis y Fernando rescatan del mar a los españoles que se habían visto obligados a bandonar el barco de Ben Jerifaz. Informados de lo sucedido, prosiguen a toda vela para socorrer a su amigo.
       En la nave otomana, el enmascarado y Li Chin luchan contra Jerifaz y los suyos. Soraya ordena al capitán que no haga daño a la pareja, pero el celoso turco no acata sus órdenes y le asegura que a partir de ese momento será él quien mande sobre ella. Como sabe que no puede con el Guerrero, Jerifaz hace que uno de sus hombres arroje a Li Chin por la borda. Nuestro héroe adivina que su enemigo pretende librarse de su presencia en el barco obligándole a lanzarse al mar para socorrer a la muchacha. El enmascarado así lo hace, y, una vez reunido con su amiga, se aleja a nado junto a ella hacia el barco de Don Luis y Fernando que se aproxima. Jerifaz ordena hacer fuego con los cañones contra el Guerrero, pero Soraya se interpone en sus planes tirándose también al mar. Temeroso de la reacción de Bayaceto si la sultana resulta herida, el turco anula la orden dada.

COMENTARIOS:

               -Episodio un tanto inconsistente en el que el doble juego que la voluble Soraya se trae con el Guerrero y Ben Jerifaz resulta excesivamente rebuscado cuando no incomprensible. La sultana tan pronto parece pensar una cosa como al momento tener en mente otra. Aunque es caprichosa por naturaleza, su proceder llega a desconcertar al lector tanto o más que a nuestro héroe o a Jerifaz.
               -La trama de Cicuta y los falsos inquisidores tampoco queda bien hilvanada después de los cambios que Gago tuvo que hacer por imposición de Valenciana, que censuró la portada y el título mismo del episodio.
               -Numeración en interior de la contraportada, 373.

EN ESTA IMAGEN TOMADA DEL BLOG "VOTO A BRÍOS", PODEMOS OBSERVAR LOS CAMBIOS QUE GAGO SE VIO OBLIGADO A EFECTUAR POR IMPOSICIÓN DEL EDITOR. "LA INQUISICIÓN EN MARCHA", TÍTULO ORIGINAL DEL CUADERNO, FUE SUSTITUIDO POR OTRO; Y LAS CRUCES QUE ADORNABAN LOS CASCOS Y ROPAS DE LOS INQUISIDORES DESAPARECIERON SIN DEJAR RASTRO. PARADÓJICO QUE UN TEBEO QUE PRETENDÍA CRITICAR TAN NEFANDA INSTITUCIÓN COMO FUE EL SANTO OFICIO...¡ACABASE VÍCTIMA DE LA CENSURA  INQUISITORIAL DE LA EDITORIAL QUE LO PUBLICABA!

lunes, 7 de diciembre de 2015

Núm. 29. RAMIRO Y ANA MARÍA

Fecha de publicación: 21 - VII - 1979.




      Soraya: -Yo aliviaré tus penas durante el regreso, Guerrero amigo.
     Guerrero del Antifaz -¿Quieres que te encierre también como a Jerifaz?



     Al advertir la situación en la que se encuentra su capitán, los otomanos de la nave no hundida abordan el barco cristiano, cuyos tripulantes ofrecen una feroz resistencia con Don Luis y Fernando a la cabeza. Mientras tanto, el Guerrero del Antifaz salva de morir ahogada a Soraya; la cual, a pesar de estar furiosa con Ben Jerifaz porque se la llevó de palacio y la embarcó junto a él a la fuerza, demuestra,una vez más, su generosidad y perdona a su enamorado captor.
     Desmoralizado y a instancias del enmascarado, el turco ordena a los suyos que depongan las armas y se rindan. Los hombres que acompañan a nuestro héroe y sus amigos piensan que lo más apropiado es devolver a Soraya a su esposo Bayaceto II, con la esperanza de que tal gesto redunde en beneficio de las relaciones entre España y el sultanato. El Guerrero considera primordial estar a buenas con Bayaceto y resuelve demorar su regreso al hogar y dirigirse a Esmirna en la nave capturada, mientras Don Luis y Fernando continúan viaje hacia la patria con el encargo de tranquilizar a Ana María. Sin embargo, la pareja no cumple con sus deseos y le siguen de lejos, pensando que más adelante podría necesitarles.
     Soraya no pierde el tiempo y, enseguida, trata de seducir a nuestro héroe, despertando los celos de Li Chin.
     En el condado de Roca, Ana María acepta la propuesta que le hace Ramiro de poner tierra de por medio, alejándose del peligro que representa Cicuta, y pasar unos días en su casa del monte, junto a su madre y su hermana. Sarita no ve con buenos ojos semejante plan, pero su amiga acepta encantada, pues cree que una temporada lejos del castillo, en plena naturaleza, puede venirles bien tanto a ella misma como a Adolfito.
     Casi de incógnito emprenden el viaje, pero tienen la mala suerte de cruzarse con los hombres de Cicuta, quienes les conminan a entregarse. La condesa, creyendo que, de veras, son inquisidores, está dispuesta a hacerlo para evitar problemas mayores a su sirviente. Pero el escudero sospecha de ellos por el modo de conducirse, y está seguro de que no son más que unos malhechores disfrazados. Se entabla una lucha feroz durante la cual uno de los bandidos se apodera de Ana María y huye con ella al galope. Otro, viendo que no hay manera de acabar con Ramiro, amenaza con degollar a Adolfito si el escudero no se rinde. En semejante trance, Ramiro no puede evitar que uno de los rufianes le ataque por la espalda y le golpee con una maza. Parece que nada va a poder evitar que sus enemigos le rematen.


COMENTARIOS:

               -La cara de alegría que pone Li Chin cuando el Guerrero decide poner rumbo a Esmirna y no proseguir viaje hacia España se desvanecerá, poco después, cuando sea testigo de las insinuaciones se Soraya hacia el enmascarado.
               -Numeración en interior de la contraportada, 372.
   
  






miércoles, 2 de diciembre de 2015

Núm. 28. PIRATAS DE AKARIN

Fecha de publicación: 14 -VII- 1979.



     "¡Sí, ella  [Sandra] expiró entre mis manos llamándote a tí, maldito!"  -Josuef.



       Aunque, en un principio, los piratas se muestran reacios a desvelar el nombre del asesino de Sandra, presionados por su enfurecido jefe Akarin y el encolerizado hasta el límite, Guerrero del Antifaz, terminan por delatar a un tal Josuef. Este último, al verse descubierto, huye a todo correr, pero nuestro héroe le sale al paso y acaba con su vida, vengando la muerte de su amiga.
       El enmascarado y Li Chin se sienten culpables por haber dejado sola a Sandra en semejante trance; si bien ninguno de los dos había llegado a sospechar que todo acabaría trágicamente para la otomana.
       Akarin sugiere un pacto de no agresión entre los piratas de las Chafarinas y los españoles. A pesar de no agradarle mucho la idea de hacer un trato con semejantes delincuentes, el enmascarado accede a ello.
       En ese momento, la nave en la que viajan Don Luis y Fernando se acerca a la isla  principal con la intención de dar una buena lección a esos piratas que asolan las costas y los navíos de España; pero el Guerrero se muestra a sus amigos y embarca inmediatamente con ellos. Sus camaradas están felices de verle, mas él les reprocha que se hubieran dejado engañar por el impostor, ya que las consecuencias de tal engaño han resultado terribles para su esposa. De todos modos, ahora se muestra dispuesto a regresar junto a ella y aceptar la llegada del niño que espera. Li Chin siente que está a punto de perder al hombre que ama y sufre en su interior.
       Mientras tanto, Cicuta y sus hombres regresan al convento que les sirve de refugio. Ni él es el monje que pretende ser ni ellos son inquisidores de verdad, sino una banda de malhechores que cometen sus fechorías amparados en los hábitos que han usurpado. El verdadero monje está bajo tierra, y su suplantador planea secuestrar con engaños a la condesa de Torres  y pedir un fuerte rescate por ella. Cicuta envía a sus disfrazados sicarios al castillo, confiando en que sus falsos uniformes les franqueen el camino hasta su víctima.
       Ana María rechaza la oferta de Sarita de refugiarse en su casa, pero esa noche su sueño se ve turbado por extrañas pesadillas en las que su esposo (o, tal vez, el impostor que la violara) se ríe de ella  y el monje Cicuta la acecha.
       El barco en el que nuestros amigos retornan al hogar tiene un encuentro con dos naves otomanas procedentes de Esmirna a cuyo mando está el capitán Ben Jerifaz, el antiguo amante de la sultana Soraya. Gracias a las indicaciones del enmascarado, que sugiere colocar el navío español entre los dos barcos turcos y disparar los cañones de babor y estribor, las embarcaciones enemigas resultan seriamente dañadas. Viendo que su nave se hunde, Ben Jerifaz y sus hombres saltan a la de los españoles. El Guerrero y el otomano se enfrentan en un duelo feroz en el que el segundo resulta desarmado. Dispuesto a morir a manos del cristiano del antifaz, pide a éste que antes auxilie a su señora Soraya, que viajaba en el barco que se hunde.


COMENTARIOS:


              -Como muchos sabrán a estas alturas, en un principio, Gago quería servirse de la figura de monseñor Cicuta para criticar y denunciar las injusticias cometidas por una institución de tan mala fama como la Inquisición española. Pero el rancio editor de Valenciana se opuso tajantemente a ello, obligando a nuestro sufrido autor a cambiar el argumento, haciendo de Cicuta y sus inquisidores unos suplantadores. La historia resultante adolece de cierta verosimilitud, ya que sería muy improbable que unos facinerosos pudieran sustituir a unos cargos eclesiásticos sin que nadie lo advirtiera. Tampoco queda claro si Cicuta es el vitriólico nombre del verdadero inquisidor o el del hombre que se hace pasar por él. De todos modos, y sabiendo los propósitos reales de Gago, podemos hacernos una idea de por dónde podrían haber seguido los derroteros de la historia.
             -Numeración en interior de la contraportada, 371.