lunes, 29 de enero de 2018

Núm. 65. LA ISLA ENCANTADA

Fecha de publicación: 29 - III - 1980.


Li Chin: -¿Por qué estar serios y recelosos si podemos ser dichosos en esta isla?
Guerrero: -Este paraíso es falso.


El Guerrero del Antifaz descubre con desagrado que Celestine utiliza a una serie de cautivas, a las que se les ha privado de voluntad y disfrazado de mujeres-mariposa, para que sirvan de diversión y placer a los invitados de la isla. Fernando y Don Luis no pueden sustraerse a la falsa sensación de felicidad y bienestar que las extrañas flores del jardín provocan en quienes las huelen y corren, como drogados, detrás de algunas de las bellas odaliscas.
     Celestine conduce al enmascarado y a Li Chin a un palacio junto al que se levanta un gran invernadero de cristal. Mientras el cabecilla pirata se retira a sus aposentos con Soraya, Li Chin, que también parece haber caído bajo el influjo de las intoxicantes flores, incita al Guerrero a que la siga al jardín. Nuestro héroe va tras ella para detenerla; mas, en un rincón apartado del edificio, la muchacha le hace saber que sólo estaba fingiendo. Ha visto que él estaba a punto de enfrentarse a Celestine y ha querido evitarlo, pues piensa que el pirata es enemigo peligroso y lo aconsejable es proceder con cautela. Pero nuestro héroe está decidido a salir de aquel falso edén y va en busca de Don Luis y Fernando. Su camino se ve interceptado por varios piratas que vigilaban sus pasos.
     Al oír ruido de lucha, Celestine sale de sus habitaciones e, ignorando los ruegos de Soraya para que no cause daño a sus amigos, se enfrenta con la espada al enmascarado. Durante la pelea el sibarita pirata arroja a la cara de su oponente un néctar de flores concentrado, mareándolo. Li Chin sale en ayuda de su amigo y propina una patada al traidor; pero este último la tira al vacío desde una balconada y viene a estrellarse contra el techo del invernadero. El cristal se hace añicos y la joven ve amortiguada la caída gracias a las enormes plantas que su artero anfitrión cultiva allí. Celestine aprovecha el aturdimiento de su contrincante para golpearlo en la cabeza por la espalda. Luego, ordena a sus hombres que lleven al prisionero ante el viejo Sago, una suerte de curandero o alquimista de aspecto nada amable que se encarga de elaborar para su señor brebajes que anulan la voluntad. Celestine es consciente de que tener a su lado a un luchador consumado como es nuestro héroe puede beneficiarle y quiere que el anciano lo convierta en una marioneta a su servicio. Siguiendo los deseos del pirata, el Guerrero es encadenado de pies y manos en una mazmorra, y Li Chin convertida, mediante un bebedizo que Sago le suministra, en otra mujer-mariposa más.
     Don Luis, que persigue a una de las bellezas que pululan por el jardín, cae accidentalmente en un estanque donde, al contacto con el agua, recupera el dominio de sus facultades. Al ver que Fernando actúa de forma insensata e impropia de él, el conde de los Picos consigue sacarlo de su estupor dándole una fuerte bofetada. Juntos, van en busca de su amigo enmascarado, pero por el camino se tropiezan con una embriagada Li Chin que está a punto de caer en los brazos de uno de los esbirros de Celestine. Tras deshacerse del individuo, Don Luis sacude fuertemente a la muchacha hasta que esta recobra su estado normal. Inmediatamente, el trío se encamina hacia el palacio, librándose de cuantos piratas les salen al paso.
     En los calabozos, el Guerrero recibe la visita de Sago, que viene dispuesto a hacerle beber una droga que anulará su voluntad.

COMENTARIOS:
               -Episodio realmente curioso en el que vemos a nuestro héroe y sus amigos desenvolviéndose en un ambiente exótico nada habitual en la serie.
               -Aunque en el cuaderno anterior se insinuaba que Celestine y los suyos podrían ser venecianos, ahora se nos dice que el sibarita y extravagante personaje es genovés.
               -Numeración en interior de la contraportada, 408.



martes, 23 de enero de 2018

Núm. 64. EL PIRATA CELESTINE

Fecha de publicación: 22 - III - 1980.
       

          "-Ella [Soraya] siempre fue una gran diplomática. Supo otorgar a tiempo...y sorteó todos los temporales."
                                   -Celestine.


A pesar de que los soldados otomanos de la torre disparan sus cañones, la distancia impide que las balas alcancen la barca de pescadores con la que el Guerrero del Antifaz y sus amigos ponen rumbo a España. Al día siguiente, tres naves de aspecto veneciano, rodean la pequeña embarcación, que es abordada por el capitán pirata Celestine; un individuo peculiar, antiguo "amigo" de Soraya, a quien "Garfio" Chamul ha puesto sobre la pista de la ex sultana. Según dice, viene en son de paz y sólo quiere encontrarse con ella.
     Reconociendo en él a un posible rival amoroso, Don Luis se bate con Celestine, pero es desarmado por su oponente. El conde se dispone a proseguir el duelo únicamente con la ayuda de su puñal, pero, en ese momento, Soraya aparece en cubierta y consigue que los contendientes depongan las armas.
     Celestine les propone que sean sus huéspedes en su "Isla encantada" mientras la otomana se piensa con quién de sus dos admiradores quiere quedarse. Sorprendentemente y para consternación de Don Luis, Soraya acepta la invitación; en realidad, lo que busca es ganar tiempo, pues sabe que un choque con su antiguo amigo no ayudaría en nada. Por su parte, el Guerrero también se aviene a la propuesta, pero dejando bien claro que serán huéspedes y no cautivos, cosa a lo que el pirata no pone objeción alguna.
     En España, varios soldados de Romualdo, buscan a su señor y lo encuentran, herido, en la cabaña del bosque. El vil noble les ordena sin discusión que partan inmediatamente y apresen tanto a Ramiro, el autor de su herida, como a la condesa de Torres. Preguntándose cuál puede ser el motivo por el que su amo quiere hacer prisionera a su prima, los soldados salen al galope para encontrar a sus objetivos detenidos a la orilla de un riachuelo donde Ana María atiende como puede la herida de Sarita que se ha vuelto a abrir. Al verlos llegar, Ramiro hace frente a los soldados mientras las mujeres escapan a caballo. Tras deshacerse de sus atacantes, el escudero toma una de las cabalgaduras que han quedado sin jinete y galopa hasta alcanzar a dos soldados más que persiguen de cerca a la condesa y su amiga. Saltando sobre ellos, el escudero golpea la cabeza de uno de los hombres contra la del otro y los deja inconscientes. Reunido de nuevo, el trío se encamina hacia el castillo de Roca, al que llegan sin que se produzcan más incidentes. Allí, Ana María y Nora se emplean en curar a Sarita. La curandera no oculta a Ramiro que desea el pronto regreso del Guerrero, ya que es consciente de que el escudero no puede amarla a causa de lo que siente por su señora.
     En el barco de Celestine, un contrariado Don Luis sufre de celos al creer, erróneamente, que Soraya coquetea con su antiguo admirador. Tiempo después surge en el horizonte la "Isla encantada", donde una larga muralla circunda un gran jardín en el que, según se cuenta, su sibarita anfitrión  tiene, entre otras cosas, plantas afrodisiacas. La intención de nuestro héroe es la de permanecer poco tiempo en aquel lugar; mas cuando acceden al fabuloso jardín, Don Luis y Fernando caen bajo el extraño hechizo embriagador de las flores que allí crecen. El enmascarado se muestra precavido y aconseja a sus amigos que no sigan oliéndolas. Más aún, Li Chin les informa de que en su país, esas plantas son conocidas por producir euforia, falsa sensación de bienestar...y, posiblemente, la muerte.
De pronto, de entre el lujuriante follaje surge una hermosa mujer con alas y antenas de mariposa.

COMENTARIOS:
               -Está claro que, a pesar de haber sido la favorita de Bayaceto, Soraya no había perdido el tiempo y había dejado tras de sí una estela de antiguos amantes que aún la recuerdan con entusiasmo. Sin embargo, desde que se enamorara de Don Luis, ya no es la mujer voluble y caprichosa a la que le divertía jugar con los hombres.
               -Numeración en interior de la contraportada, 407.  

lunes, 22 de enero de 2018

Núm. 63. EL MONSTRUO DEL MAR NEGRO

Fecha de publicación: 15 - III - 1980.


"-No puedo creer que [Li Chin] haya muerto...me aflige la idea de perderla."
                                      -Guerrero del Antifaz.


Cuando la gigantesca serpiente marina se lanza sobre el barco en el que el Guerrero del Antifaz y sus amigos regresan a España, nuestro héroe toma la iniciativa en la defensa y dispara al animal con un cañón que desmonta de la cureña y sujeta entre sus propios brazos. Una de las balas acierta de lleno en la boca del monstruo que, herido de muerte, destroza la nave y está a punto de llevarse con ella a su vencedor, sujetándole fuertemente con su enorme lengua retráctil. Pero el enmascarado cercena el órgano con su espada y queda libre.
     Durante el hundimiento del navío Don Luis acude al rescate de Soraya, que no sabe nadar. El peso de su armadura y el miedo de la sultana hacen que su situación sea bastante apurada. Por suerte, la pareja es salvada por el Guerrero y Fernando, los cuales se han encaramado a un trozo de mástil. Sin embargo, de Li Chin no hay el menor rastro y empiezan a temer que tal vez haya muerto. Lo que ha sucedido es que un cabo se ha enredado, a la vez, en un pie de la oriental y en el cuerpo de la serpiente de mar, que, en los estertores de la muerte, comienza a sumergirse, arrastrándola consigo. Pero antes de desaparecer en las aguas, la bestia da un fenomenal coletazo que deja suelto el cabo y hace que Li Chin salga despedida por los aires un buen trecho para caer cerca de sus amigos. Al ver que está medio inconsciente, el Guerrero se arroja rápidamente al mar y la salva de morir ahogada.
     Durante un día flotan a la deriva sin agua ni alimentos hasta que son recogidos por un barco de pesca otomano que faena por aquellos lares. El enmascarado relata a sus rescatadores la odisea que han vivido, pero estos no le creen, pues dudan de que pueda existir una sierpe marina de tales dimensiones. Ante la petición del cristiano de que les lleven a España a cambio de una recompensa, el que parece llevar la voz cantante entre los pescadores aduce que con su embarcación no podrían ir muy lejos y que lo único que pueden hacer es dejarles en la costa más próxima a cambio de una buena gratificación.
     Como sus salvadores no parecen de fiar, los náufragos hacen turnos de descanso para tenerlos vigilados en todo momento. Cuando son desembarcados, descubren que los pescadores les han llevado a una torre de vigilancia costera ocupada por soldados turcos con la esperanza de cobrar algún tipo de recompensa. Los soldados, sabedores de la identidad del enmascarado y sus acompañantes, salen dispuestos a apresarlos. Pero los cinco amigos -incluida Soraya, que no duda en empuñar una cimitarra y luchar junto a su amado Don Luis- se emplean a fondo con ellos y les obligan a buscar refugio en su propia torre.
     Debido al comportamiento traicionero de los pescadores, el Guerrero, que en un primer momento no ha querido apoderarse por la fuerza de su barca, tal como el conde de los Picos le aconsejaba, no siente ahora el menor remordimiento de hacerlo. Lanzando maldiciones los traidores observan cómo los cristianos y las dos mujeres se alejan mar adentro.
     Mas, en la torre, los soldados ya apuntan a los fugitivos con los cañones que hay en la parte superior de la misma.

COMENTARIOS:

               -La cureña es una armazón de madera compuesta de dos tablones fuertemente unidos y colocados sobre ruedas, sobre la cual se monta el cañón.
               -A Gago se le olvida que anteriormente hemos visto nadar sin problemas a Soraya (ver cuadernos núm. 30, Conjura de falsarios y núm. 60, Los bárbaros.)
               -Gazapo: En la viñeta 2 de la página 8, Gago sufre otro lapsus y dibuja a la sultana con el vestido que usa Li Chin, si bien, de color anaranjado y no verde.
               -Numeración en interior de la contraportada, 406.

jueves, 18 de enero de 2018

Núm. 62. FANTASMAS DESCUBIERTOS

Fecha de publicación. 8 - III - 1980.


Los "fantasmas" necesitan hombres que sepan luchar y les protejan de sus enemigos, por lo que su líder le ofrece al Guerrero del Antifaz libertad y prebendas si jura formar parte de sus filas. Como el prisionero se niega en redondo, el jefe de la secta saca un péndulo mágico con el que se apresta a hipnotizarle. Li Chin urge a su amigo para que se resista al poder hipnótico del instrumento, pero parece que todo es inútil, ya que su compañero, obedeciendo las órdenes del líder de los encapuchados, le ordena callar, al tiempo que la tira de un empujón y la patea.
     Juzgando que nuestro héroe está bajo su dominio, el jefe de la secta ordena a los suyos que le quiten los grilletes y, luego, se lo lleva del calabozo. La primera misión del involuntario aliado consistirá en luchar contra Guruf Kan y matarlo. Sola en la mazmorra, Li Chin es acosada por numerosos "fantasmas" que se lanzan sobre ella con el ánimo de satisfacer su lujuria. 
     Al oír los gritos de la joven, el Guerrero, que había hecho creer a sus captores que no era dueño de su voluntad para conseguir, así, que le quitaran las cadenas, se revuelve contra el grupo que le acompaña. Al golpear al líder, el ojo postizo con el que somete a sus víctimas cae de la cuenca vacía de su ojo derecho. Rápidamente el enmascarado regresa al calabozo donde se encara a los que pretenden forzar a su amiga. El jefe "fantasma" vuelve en su busca y se dispone a apuñalarlo por la espalda, pero Li Chin lo detiene haciéndole la zancadilla primero y dándole un puntapié después. El cristiano despoja de su máscara al traicionero y contempla su muy humano y desagradable rostro. Queda totalmente claro  que aquellos individuos no son ni seres sobrenaturales ni miembros de ninguna secta como proclaman, sino vulgares bandidos que utilizan sus disfraces y el hipnotismo para aterrorizar a posibles víctimas.
     Amenazando al líder con clavarle el puñal si no libera a Li Chin, el enmascarado consigue que los ladrones desencadenen a la oriental, con la que emprende veloz carrera por unos parajes tenebrosos en los que las mismas rocas parecen fantasmas esculpidos en piedra. Su pretensión es llegar a la aldea de Guruf Kan, donde, según cree el Guerrero, estarán esperándoles Don Luis, Fernando y Soraya. En su camino se topan con algunos centinelas enemigos dispuestos a obstaculizar su fuga. En ese preciso momento Don Luis otea la costa con un catalejo y descubre a la pareja en pleno enfrentamiento con los encapuchados. Rápidamente ordena que el barco se acerque a la costa y, tras bajar a tierra, acude junto a Fernando en ayuda de sus amigos. Entre todos acaban bien pronto con los "fantasmas" y ponen rumbo a la patria. Para el Guerrero supone el reencuentro con sus seres queridos, mas para Li Chin la amenaza de que Ana María le separe de él.
     En España, después de una brutal pelea, Ramiro acaba con la vida del feroz Bartolo y va a la cabaña para apoderarse de algunos caballos con los que poder regresar al castillo de Roca con su señora, la condesa, y Sarita. Dispuesta a vengar la muerte de su hombre, la mujer del leñador le recibe armada con un gran cuchillo, pero a Ramiro no le cuesta nada desarmarla. Dejando allí al convaleciente Romualdo en espera de que la justicia se haga cargo de él y le juzgue, el escudero y las dos mujeres marchan al galope de aquel lugar, temiendo que los hombres del rufián se hallen por los alrededores.
     En el Mar Negro, el barco en el que el Guerrero y sus amigos regresan al hogar tiene un inesperado encuentro con una gigantesca serpiente marina que agita sus enormes anillos en las aguas.

COMENTARIOS:

               -Si bien no se dice nada al respecto, el lector se queda con la sospecha de que el líder de los "fantasmas" ha podido sacarse él mismo el ojo derecho para sustituirlo por la joya con la que hipnotiza a sus víctimas.
               -No suelen abundar los animales monstruosos en las series del Guerrero del Antifaz, aunque podemos recordar algún que otro cocodrilo o pulpo gigante o esporádicos dinosaurios en la colección clásica.
               -Numeración en interior de la contraportada, 405.
      
      

sábado, 13 de enero de 2018

Núm. 61. FANTASMAS

Fecha de publicación: 1 - III - 1980.


     Ramiro: -¿Cuánto te paga el amo por hacer esto?
     Bartolo: -¡Soy amigo de Romualdo!
     Ramiro: -¡El de Acebedo no tiene amigos y menos entre los de nuestra clase...!

El Guerrero del Antifaz no quiere abrirse paso entre las amazonas que rodean la casa porque ello supondría tener que emplear la fuerza, y, siendo caballeroso como es, no quiere verse obligado a lastimar a alguna de las mujeres. Por tanto, opta por saltar junto a Li Chin a la pared rocosa de la montaña que se alza casi pegada a la parte trasera de la vivienda. El humo que ellas mismas han provocado oculta a las feroces guerreras la huida del enmascarado y su compañera.
     Antes de iniciar su periplo, Don Luis, Fernando y Soraya bordean la costa con la esperanza de encontrar a sus amigos desaparecidos. Al caer la noche ven en unos picachos junto al mar unas misteriosas siluetas con la apariencia de fantasmas. En su huida, el Guerrero y Li Chin también han descubierto a tan extraños personajes y se ocultan detrás de unas rocas para evitarse posibles complicaciones. Desde su escondite comprueban cómo incluso los hombres-lobo que merodean de noche por esos parajes huyen al encontrarse con aquellas apariciones que visten túnicas blancas holgadas y con capucha y ocultan su rostro detrás de una tela negra con agujeros para los ojos. Una de tales apariciones descubre a la pareja y, empleando el poder hipnótico que emana de una gran joya que lleva a guisa de ojo derecho postizo, consigue dominar la voluntad del enmascarado al que ordena tirar la espada. Al comprobar que su amigo obedece sin rechistar al extraño sujeto, Li Chin interviene; mas su oponente conoce, como ella, las tácticas de lucha oriental y da con la muchacha en el suelo. En el momento en que el supuesto fantasma ha dejado de mirar al Guerrrero, este recobra sus facultades y golpea a su hipnotizador. Surgidos de improviso, varios de los encapuchados rodean a la pareja y le exigen que se entregue. Esta vez de nada le sirven sus poderes hipnóticos al que parece ser el líder, pues sus presas evitan mirar directamente a la fantástica joya para no caer bajo su nefasto influjo. Viendo que no es posible domeñarlas, el jefe fantasma les arroja una esfera que, al estrellarse contra el suelo, deja escapar un gas narcotizante que les hace perder el sentido.
     En España, mientras el matrimonio que la vigila se encarga de curar la herida de Romualdo, Ana María aprovecha que la puerta ha quedado mal cerrada para fugarse. Bartolo sale en su persecución, armado con un gran hacha, y está a punto de atraparla, cuando los gritos de la condesa son oídos por Ramiro y Sarita. El escudero se enfrenta al leñador, el cual resulta ser un enemigo peligroso tanto con los puños como con el manejo del hacha. Ambos contendientes parecen conocerse de antes, pero entre ellos no hay, ciertamente, aprecio.
     Muy lejos de allí, el Guerrero y Li Chin se recuperan del gas narcótico en una mazmorra donde han sido encadenados. Poco después reciben la visita del líder fantasma y algunos de los suyos; los siniestros personajes declaran ser miembros de una secta religiosa e invitan a sus prisioneros a unirse a la misma. Para la joven todos están como cabras y para el enmascarado nadie que no respete la libertad ajena podrá conseguir su amistad.

COMENTARIOS:

               -Gago se deshace de un plumazo de las amazonas y embarca a nuestro héroe y su amiga oriental en una nueva aventura de corte pseudofantástico en la que unos fantasmas bien terrenales emplean improbables bolas de gas narcótico.
               -Numeración en interior de la contraportada, 404. 
       

Núm. 60. LAS PANTERAS DE LA AMAZONA

Fecha de publicación: 23 - II - 1980.


Li Chin desarma de una patada a Amancia, cuyas amazonas se aprestan a tensar los arcos y disparar contra la prisionera rebelde. Desde la puerta de la casa, el Guerrero del Antifaz es testigo de la escena y, sin  perder tiempo, salta sobre las arqueras, desbaratando sus planes. Llevada por la ira, la capitana lanza su puñal contra Li Chin, pero el enmascarado lo intercepta en su mortal trayectoria lanzando, a su vez, la daga que lleva en el cinto. Salvada así de una muerte cierta, la oriental golpea nuevamente a su odiada enemiga y le hace morder el polvo. La furibunda amazona, con miras a que la pareja no pueda huir, ordena a las suyas que suelten a las feroces panteras que tiene amaestradas. El Guerrero y Li Chin emprenden la huida hacia la parte superior de la montaña en cuya ladera se alza la ciudad, pero su camino se ve interceptado por los felinos, a los que se ven obligados a hacer frente.
     Las mujeres guerreras se quedan estupefactas y llenas de admiración al comprobar cómo las fieras van cayendo bajo la espada del cristiano. Finalmente, las bestias se retiran con el rabo entre las patas. Acosados por las flechas y lanzas que sus perseguidoras les arrojan, los fugitivos se refugian en una casa de sólida puerta de la que Amancia quiere obligarles a salir prendiendo fuego a la abundante leña que sus subordinadas acumulan alrededor de la vivienda. El humo comienza a asfixiar a los refugiados y, viendo llegar el fin, Li Chin confiesa a su amado que no le resulta tan malo morir junto a él. Pero nuestro héroe no pierde el tiempo y busca una posible vía de escape en la parte superior de la casa, a la que se accede por unas escaleras de madera.
     Mientras tanto, en el poblado de Guruf Kan, Don Luis, Fernando y Soraya se despiden de los enamorados Naduska y Torik Kan, y embarcan en un navío con tripulación que los agradecidos bárbaros les han prestado para su retorno a la patria. Pero antes de poner rumbo hacia España los amigos del Guerrero quieren bordear la costa con la esperanza de que aún siga con vida y puedan encontrarlo. Fernando ve con preocupación la relación mucho más que de solo amistad que existe entre el conde de los Picos y la sultana de Esmirna; para él aquello augura futuras complicaciones.
     En España, Sarita está a punto de volver a ser capturada por los tres bandoleros que la persiguen, cuando se tropieza casualmente con Ramiro y su prisionero Roualdo. El escudero descabalga y se enfrenta a pie a los malhechores; cosa que el de Acebedo aprovecha para huir a todo galope a pesar de estar maniatado. Al verle escapar, Ramiro trata de impedirlo y, desde lejos, le arroja su daga; esta se clava con buena puntería en la espalda del malvado, quien, aun herido, continúa cabalgando a toda velocidad. Después de abatir a golpe de puño a los bandoleros, el escudero coge en sus brazos a Sarita y echa a correr en pos del fugitivo. Este último busca auxilio en la cabaña donde el matrimonio compinchado con él tiene oculta a la condesa de Torres.
     En la ciudad de las amazonas, el Guerrero y Li Chin acceden a la terraza del techo plano de la casa. El humo y las llamas son cada vez mayores y sus enemigas, sabedoras de que antes o después se verán obligados a salir, les esperan preparadas para acribillarles con sus flechas.

NOTAS:

              -Numeración en interior de la contraportada, 403.

Núm. 59. LUCHA DE RIVALES

Fecha de publicación: 16 - II - 1980.


"-Deja que te diga, escudero del demonio, que tu interés por ella [Ana María], demuestra que estás enamorado...y es (sic) un bocado demasiado exquisito para ti...por ello vas a morir."
                                  -Romualdo de Acebedo.


Temiendo que el Guerrero del Antifaz pueda correr peligro en la defensa de la ciudad de las amazonas, Li Chin reconsidera su postura y decide sumarse a la lucha contra los invasores. Al ver que su amigo se encuentra en apuros frente al traicionero Risky, se lanza sobre este último, que la recibe con un salvaje puñetazo. La joven cae inconsciente al suelo y el enmascarado corre a socorrerla. Risky aprovecha el momento para apuñalar por la espalda a su rival, pero es él el que acaba con una flecha en la espalda cuando Amancia dispara su arco. Sin nadie que les lidere, los piratas inician la retirada, perseguidos sin piedad por las mujeres guerreras que los exterminan.
     Un joven saqueador se oculta entre las rocas, pero es descubierto por una amazona llamada Amaska que, atraída físicamente por él, lo lleva hasta una cueva apartada donde terminan por hacer el amor. Pasado el momento de pasión, la muchacha regresa con sus compañeras no sin antes indicar al joven cómo escapar de aquel lugar.
     Mientras, el Guerrero comprueba que Amancia no está dispuesta a dejarle partir, manteniendo como rehén a Li Chin. Nuestro héroe cree que ya ha llegado el momento de regresar junto a Don Luis, Fernando, Naduska y Torik Kan. Estos últimos, ccomo no encuentran rastro alguno de sus dos amigos desaparecidos, optan por regresar al poblado de Guruf Kan. Al salir de una de las galerías subterráneas son atacados por un grupo de hombres-lobo emboscados. El cuarteto se defiende con valentía y, tras acabar con sus monstruosos agresores, prosigue su viaje hasta la aldea de los bárbaros. Una vez allí, Guruf Kan, que todavía convalece de sus heridas, les recibe con alegría mezclada con cierto pesar por la supuesta muerte del enmascarado y Li Chin y se muestra más que dispuesto a facilitar el viaje hasta España a los dos cristianos supervivientes. Don Luis corre a reunirse con Soraya, que ha aguardado su regreso con impaciencia, y le comunica la desaparición de sus amigos en la torrentera.
     En su castillo, Romualdo expresa a Ramiro sus intenciones de acabar con él. Como sus propios hombres desconocen su autoría en el secuestro de la condesa de Torres, el canalla, para evitar que le oigan, se acerca tanto al escudero que este le propina una fuerte patada en salva sea la parte. Retorciéndose de dolor, el felón ordena a sus soldados que den muerte en el acto al preso. Haciendo un esfuerzo tremendo Ramiro rompe sus cadenas y la emprende a golpes con sus atacantes. Una vez los ha derribado, captura a Romualdo, al que amenaza con estrangularlo si no confiesa dónde tiene a Ana María. El cobarde confiesa que la retiene en una cabaña del bosque y el escudero, tomándolo de rehén, abandona el castillo con él a lomos de un caballo.
     Mientras tanto, la convaleciente Sarita recobra el conocimiento y, al verse en compañía de bandidos, echa a correr, asustada. Sus captores la persiguen, temiendo que la herida de lanza que sufrió se vuelva abrir y se vean privados de su "premio".
     En la ciudad de las amazonas, Amancia deja al Guerrero en la vivienda que ocupa y, dándose la vuelta, se dispone a llevarse nuevamente con ella a Li Chin para asegurarse de que el enmascarado no intenta la fuga; pero la oriental, resentida con ella y cansada de ser su prisionera, no está dispuesta a seguir aceptando su situación y se rebela contra ella.

COMENTARIOS:

               -El jefe pirata, que en el cuaderno anterior era llamado Ricky, pasa a denominarse en este Risky. Ciertamente Gago estuvo un tanto desafortunado a la hora de bautizar con semejante(s) nombre(s) a tan efímero personaje.
               -Gazapo: En una de las viñetas el Guerrero llama Amanda a Amancia.
               -Numeración en interior de la contraportada, 402.


Núm. 58. PRISIONERO DE LAS AMAZONAS

Fecha de publicación: 9 - II - 1980.


         "-Va con ella...y a mí me deja sola...¡Ingrato! ¡Yo daría mi vida por ti!"
                                                        -Li Chin.



Aunque la capitana de las amazonas asegura que el Guerrero del Antifaz es un huésped, lo cierto es que este no goza de libertad de movimientos y permanece recluido en la casa donde lo han alojado en espera de que sus servicios como maestro de armas sean necesarios. De todas formas, aprovecha el tiempo para descansar y recuperarse de sus últimas aventuras y para pensar en su esposa e hijo.
     En España, Ana María ofrece al matrimonio que la retiene una gratificación mayor que las que le paga Romualdo si la dejan marchar. La pareja no solo rechaza su proposición sino que, además, amenaza con darle muerte si llegara el caso de que los súbditos de la condesa descubrieran que se encuentra allí prisionera.
     Mientras tanto, Ramiro, que busca a su señora con la aparente ayuda del de Acebedo, ignora que este último ha ordenado a uno de los suyos, un tal Tancredo, que simule un accidente y acabe con la vida del gigantón de un flechazo. El esbirro ve llegada la ocasión al adentrarse con el escudero en la espesura del bosque y dejar atrás al grupo que les acompaña. Pero yerra el tiro y muere cuando el cuchillo de su pretendida víctima se clava certeramente en su garganta. Adivinando que el hombre ha actuado siguiendo las órdenes de su amo, Ramiro regresa junto a Romualdo para obligarle a confesar por la fuerza su autoría en el rapto de la condesa. Los soldados del secuestrador, que cree, en verdad, que su señor es inocente, rodean con sus armas al escudero y le obligan a rendirse. Llevado de vuelta al castillo del traidor, Ramiro es encadenado a la pared de una mazmorra donde aguarda su suerte.
     En otro lugar, la capitana de las amazonas, con la excusa de discutir con su prisionero una posible alianza para combatir juntos contra los diferentes enemigos que tienen las mujeres guerreras, se presenta en la vivienda donde se aloja e intenta meterse en su lecho. Li Chin desconfía de las intenciones de su anfitriona y, bajo la mirada divertida de dos amazonas que saben de la presencia de su líder en el aposento del enmascarado, va en busca de su amigo contraviniendo las órdenes de que no se acerque a él. Inesperadamente, suena la alarma en la ciudad cuando tres naves enemigas se acercan al puerto. Están tripuladas por piratas caucásicos que vienen a proveerse de mujeres. Su jefe, Ricky, desea apoderarse de Amancia, la capitana amazona, de la que anda enamorado. La mujer sale precipitadamente de la casa del Guerrero para organizar la defensa y es vista por Li Chin, que siente la mordedura de los celos. Momentos después, nuestro héroe sale también, para unirse a las fuerzas amazonas y encuentra a la oriental sentada junto a la casa y llorando. A pesar de querer tranquilizarla diciéndole que la capitana y él solo han estado hablando de los enemigos que tiene la ciudad, Li Chin no le cree y se niega a colaborar en la defensa. Entonces, Amancia llega a lomos de su caballo e invita al cristiano a subir y acudir, juntos, al encuentro de los saqueadores. Li Chin se queda desolada al ver que su amado no duda un solo instante en partir con la amazona, dejándola sola.
     El jefe pirata ordena a los suyos que no sean muy duros con las mujeres; cosa que ellas aprovechan a su favor para emplearse a fondo y diezmarlos poco a poco. Al ver a Amancia acompañada de un hombre, Ricky se abalanza sobre el Guerrero y libra combate con él. Durante la pelea, el pirata aprovecha que en un momento dado sus hombres rodean a su rival, para golpear a este con su escudo y desarmarlo.

COMENTARIOS:
               -Igual que sucede con otras escenas de alcoba (ver Comentarios al cuaderno núm. 25, "Las dos rivales") no queda en absoluto claro si Amanda termina por meterse entre las sábanas del Guerrero, o si su acción es interrumpida por la súbita llegada de los piratas. Aunque es verdad que la vemos despojarse de sus ropas, nuestro héroe asegurará después a Li Chin que sólo ha estado hablando con él de los enemigos que habitualmente amenazan la ciudad de las amazonas. ¿Miente el enmascarado para no lastimar a su amiga o dice la verdad? ¿Es, acaso, solamente, víctima de las falsas apariencias? Es sintomático que JAMÁS es él quien busca la compañía de las féminas que se cruzan en su camino, sino que son SIEMPRE ellas las que, con una excusa u otra, acuden a su lecho. Puede que, al final, el Guerrero de estas NUEVAS AVENTURAS no sea tan mujeriego como en un principio podría suponerse. De todos modos, Gago siempre es ambiguo a la hora de poner a nuestro héroe en brazos de otras mujeres que no sean Ana María. ¿Pudiera ser que el autor se autocensurara por imposiciones de VALENCIANA que no le permitía mostrar a las claras un Guerrero del Antifaz viviendo relaciones extramaritales? ¿Serviría esta ambigüedad para poder mostrar de algún modo tales relaciones?

               -Numeración en interior de la contraportada, 401. 



                                                          
     

martes, 2 de enero de 2018

Núm. 57. LAS AMAZONAS

Fecha de publicación: 2 - II - 1980.



     Ana María: -¡Estás loco! ¡Cuando vuelva mi esposo, te desafiará y dará muerte!
     Romualdo: -Él jamás sabrá la verdad de tu secuestro...Por la cuenta que te tendrá...¡es capaz de repudiarte!


El Guerrero del Antifaz no puede hacer nada por salvar a Sika de morir devorada por los tiburones que la rodean, pero da buena cuenta de ellos hiriéndolos con su cuchillo. Al ver que las aguas se tiñen de sangre, Li Chin abandona su refugio en la pared rocosa y se zambulle para atraer sobre sí la atención de los escualos y conseguir unos momentos de respiro para su compañero. Éste aprovecha la distracción que supone la muchacha para seguir desgarrando a los voraces asesinos del mar.
       Don Luis, Fernando, Naduska y Torik Kan buscan infructuosamente la salida de la torrentera subterránea pues la corriente parece no volver a emerger en ningún otro punto de la caverna. Viendo que ya es demasiado tarde para retroceder deciden continuar por aquellas galerías.
       En España, Romualdo de Acebedo no solo pretende que Ana María firme la cesión del condado de Torres a su favor, sino que, también, alberga hacia su prima algún fin más inconfesable. Su descaro y bellaquería despiertan la furia de la condesa, quien, pasando a la acción, le estampa una vasija en la cabeza. Bartolo, el dueño de la casa, la inmoviliza atándola a la cama, mientras su mujer atiende al conmocionado Romualdo. Una vez recuperado del golpe, el de Acebedo parte raudo hacia su castillo por si los allegados de su pariente se presentan allí buscando noticias sobre su desaparición.
     En su refugio, los bandidos curan la herida de Sarita con la nada noble intención de, una vez sanada, usarla para satisfacer sus deseos.
     Viendo que ni su señora ni ninguno de los que la acompañan vuelven del paseo a caballo, Ramiro sale en su busca y tiempo después encuentra el cadáver del capitán de la guardia. Al percatarse de que los excursionistas han sido atacados por algún enemigo, el escudero se dirige al castillo de Romualdo por si allí pudieran saber algo. El primo de Ana María ya ha llegado a la fortaleza y finge sorpresa cuando Ramiro le pregunta por la condesa; según afirma, él se separó del grupo cuando los demás decidieron regresar al castillo de Roca. Ramiro no se cree lo que le cuenta y su acalorada discusión con el de Acebedo provoca que el feroz perro que descansa a los pies de este último salte sobre él. El gigante coge al can por la cola y lo tira por una ventana; acto seguido se encara con los soldados armados del taimado noble. Romualdo comprende que se trata de un mal enemigo y, deteniendo a sus hombres, finge ofrecerle su ayuda para buscar a su prima.
     Entre tanto, el Guerrero ha acabado con casi todos los tiburones y los pocos que quedan con vida se entretienen comiéndose a sus congéneres heridos. Como Li Chin y él no pueden regresar por el salto de agua por donde cayeran a la laguna, ambos se sumergen y, siguiendo la corriente, nadan en busca de una salida que saben forzosamente ha de existir, como atestigua el agua salada de indudable procedencia marina. Con los pulmones a punto de estallarles encuentran, por fin, tal salida y van a parar a una bahía solitaria donde, acuciados por el hambre, comen asados un par de peces que el Guerrero ensarta con su espada.
     La frugal comida es interrumpida por varias mujeres guerreras, montadas a caballo, que, desoyendo los saludos en son de paz del enmascarado, se disponen a apresarle, ya que sus leyes no permiten la presencia de hombres en su territorio. La caballerosidad de nuestro héroe le impide emplearse a fondo con sus atacantes, pero la actitud belicosa de éstas comienza a impacientarle. Otro grupo de guerreras no tarda en unirse a las primeras e, interrogado por la capitana, el cristiano trata de apaciguar sus ánimos explicándole que Li Chin y él se encuentran en aquellos lares por accidente, después de haber peleado contra Tarkof y los hombres-lobo y haber huido. Tomándolos por aliados de los horribles seres de los que ellas también son enemigas, la mujer no se cree sus palabras y ordena a las suyas que den muerte a la pareja. Sin embargo, la habilidad en la lucha del Guerrero y el hecho de que no emplee las armas contra ellas deja admiradas a las agresoras. La actitud conciliadora de Li Chin también ayuda para que las amazonas cambien de opinión y respeten sus vidas.
     La capitana considera que un excelente luchador como es nuestro héroe podría entrenar adecuadamente a sus guerreras en las artes del combate y así se lo hace saber. El Guerrero no pone ninguna objeción siempre y cuando sus intenciones para con él y su compañera sean honestas; pero, una vez en su ciudad de las montañas, las amazonas alojan al enmascarado en una casa donde habrá de vivir aislado de las mujeres y se llevan con ellas a Li Chin, que responderá con su vida si él intenta escapar. Las intenciones de las guerreras no parecen excesivamente amistosas, pese a la buena disposición de la pareja extranjera.

COMENTARIOS:
               -Gazapo: El nombre de Tarkof vuelve a aparecer mal escrito. Esta vez es llamado Karkof.
               -Otras amazonas ya hicieron su aparición en la serie clásica: a las gobernadas por la supuesta reina Balkis (ver cuadernos 405 al 410) habríamos de sumar las llamadas "furias" de la etapa guionizada por Tortajada. (cuadernos 457 al 461)
               -Numeración en interior de la contraportada, 400