Fecha de publicación: 28 - VII - 1979. |
"Soraya ha jugado con el sultán...conmigo...y también contigo, no lo olvides." -Ben Jerifaz al Guerrero.
El Guerrero del Antifaz y Li Chin ponen rumbo a Esmirna en la nave capturada a Ben Jerifaz, acompañados por un grupo de soldados españoles que se encargan de vigilar con suspicacia a los prisioneros otomanos que la tripulan.
Bajo cubierta, un encadenado Jerifaz pide al guerrero enmascarado que le suelte las manos para poder comer con comodidad. El turco afirma que si le entrega a Bayaceto, el sultán ordenará su muerte por haber secuestrado a su favorita. La conversación se agría por momentos y nuestro héroe decide volver a encadenar a su prisionero. En eso, Soraya baja a la sentina y aconseja al cristiano que tenga bien sujeto al celoso capitán, pues puede llegar a resultar peligroso. Sin embargo, cuando el Guerrero le da la espalda para asegurar las cadenas del turco, Soraya le golpea con una barra de hierro. Jerifaz aprovecha que todavía está libre para coger un taburete y romperlo sobre la cabeza de su rival. Nuestro héroe se desploma inconsciente, y cuando el capitán otomano se dispone a matarle con una daga, la sultana se lo impide, pues planea llevarlo a Esmirna como esclavo.
Mientras ella permanece junto al cristiano, que ha sido encadenado, Jerifaz sube a cubierta y arenga a sus hombres para que se rebelen contra los soldados que les vigilan. Los turcos amenazan con asesinar al Guerrero si no se rinden; pero los cristianos no confían en que sus vidas sean respetadas una vez depongan las armas. Jerifaz les promete que pueden abandonar la nave en una chalupa y agarrados a algunos objetos flotantes, y terminan por claudicar.
Cuando nuestro héroe recupera el conocimiento, Soraya le confiesa que no quiere regresar junto a su esposo, ya que teme que Bayaceto no se fíe ya de ella; ni tampoco desea permanecer al lado de Jerifaz. Lo que pretende es que el enmascarado se la lleve con él.
En ese momento aparece Li Chin dispuesta a apuñalar a la sultana, pero el Guerrero le ordena que no lo haga y le libere de los hierros que le aprisionan. Una vez suelto, sube a cubierta, y, al verle, Jerifaz malinterpreta que ha sido su amada quien le ha quitado las cadenas.
En España, los falsos inquisidores que dejaran inconsciente a Ramiro, deciden dejarle con vida y llevarlo, junto a Adolfito, ante su jefe. Ana María ya ha sido conducida ante la presencia del siniestro Cicuta, quien, para atemorizarla y confundirla, la encierra en una celda donde la condesa, supuestamente, hará penitencia hasta que su esposo regrese. También le dice que él le ayudará a que el hijo que espera no nazca; lo que deja espantada a Ana María, que, a estas alturas, está arrepentida de haber pensado en abortar en un momento dado.
Mientras tanto, Don Luis y Fernando rescatan del mar a los españoles que se habían visto obligados a bandonar el barco de Ben Jerifaz. Informados de lo sucedido, prosiguen a toda vela para socorrer a su amigo.
En la nave otomana, el enmascarado y Li Chin luchan contra Jerifaz y los suyos. Soraya ordena al capitán que no haga daño a la pareja, pero el celoso turco no acata sus órdenes y le asegura que a partir de ese momento será él quien mande sobre ella. Como sabe que no puede con el Guerrero, Jerifaz hace que uno de sus hombres arroje a Li Chin por la borda. Nuestro héroe adivina que su enemigo pretende librarse de su presencia en el barco obligándole a lanzarse al mar para socorrer a la muchacha. El enmascarado así lo hace, y, una vez reunido con su amiga, se aleja a nado junto a ella hacia el barco de Don Luis y Fernando que se aproxima. Jerifaz ordena hacer fuego con los cañones contra el Guerrero, pero Soraya se interpone en sus planes tirándose también al mar. Temeroso de la reacción de Bayaceto si la sultana resulta herida, el turco anula la orden dada.
COMENTARIOS:
-Episodio un tanto inconsistente en el que el doble juego que la voluble Soraya se trae con el Guerrero y Ben Jerifaz resulta excesivamente rebuscado cuando no incomprensible. La sultana tan pronto parece pensar una cosa como al momento tener en mente otra. Aunque es caprichosa por naturaleza, su proceder llega a desconcertar al lector tanto o más que a nuestro héroe o a Jerifaz.
-La trama de Cicuta y los falsos inquisidores tampoco queda bien hilvanada después de los cambios que Gago tuvo que hacer por imposición de Valenciana, que censuró la portada y el título mismo del episodio.
-Numeración en interior de la contraportada, 373.
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