miércoles, 2 de diciembre de 2015

Núm. 28. PIRATAS DE AKARIN

Fecha de publicación: 14 -VII- 1979.



     "¡Sí, ella  [Sandra] expiró entre mis manos llamándote a tí, maldito!"  -Josuef.



       Aunque, en un principio, los piratas se muestran reacios a desvelar el nombre del asesino de Sandra, presionados por su enfurecido jefe Akarin y el encolerizado hasta el límite, Guerrero del Antifaz, terminan por delatar a un tal Josuef. Este último, al verse descubierto, huye a todo correr, pero nuestro héroe le sale al paso y acaba con su vida, vengando la muerte de su amiga.
       El enmascarado y Li Chin se sienten culpables por haber dejado sola a Sandra en semejante trance; si bien ninguno de los dos había llegado a sospechar que todo acabaría trágicamente para la otomana.
       Akarin sugiere un pacto de no agresión entre los piratas de las Chafarinas y los españoles. A pesar de no agradarle mucho la idea de hacer un trato con semejantes delincuentes, el enmascarado accede a ello.
       En ese momento, la nave en la que viajan Don Luis y Fernando se acerca a la isla  principal con la intención de dar una buena lección a esos piratas que asolan las costas y los navíos de España; pero el Guerrero se muestra a sus amigos y embarca inmediatamente con ellos. Sus camaradas están felices de verle, mas él les reprocha que se hubieran dejado engañar por el impostor, ya que las consecuencias de tal engaño han resultado terribles para su esposa. De todos modos, ahora se muestra dispuesto a regresar junto a ella y aceptar la llegada del niño que espera. Li Chin siente que está a punto de perder al hombre que ama y sufre en su interior.
       Mientras tanto, Cicuta y sus hombres regresan al convento que les sirve de refugio. Ni él es el monje que pretende ser ni ellos son inquisidores de verdad, sino una banda de malhechores que cometen sus fechorías amparados en los hábitos que han usurpado. El verdadero monje está bajo tierra, y su suplantador planea secuestrar con engaños a la condesa de Torres  y pedir un fuerte rescate por ella. Cicuta envía a sus disfrazados sicarios al castillo, confiando en que sus falsos uniformes les franqueen el camino hasta su víctima.
       Ana María rechaza la oferta de Sarita de refugiarse en su casa, pero esa noche su sueño se ve turbado por extrañas pesadillas en las que su esposo (o, tal vez, el impostor que la violara) se ríe de ella  y el monje Cicuta la acecha.
       El barco en el que nuestros amigos retornan al hogar tiene un encuentro con dos naves otomanas procedentes de Esmirna a cuyo mando está el capitán Ben Jerifaz, el antiguo amante de la sultana Soraya. Gracias a las indicaciones del enmascarado, que sugiere colocar el navío español entre los dos barcos turcos y disparar los cañones de babor y estribor, las embarcaciones enemigas resultan seriamente dañadas. Viendo que su nave se hunde, Ben Jerifaz y sus hombres saltan a la de los españoles. El Guerrero y el otomano se enfrentan en un duelo feroz en el que el segundo resulta desarmado. Dispuesto a morir a manos del cristiano del antifaz, pide a éste que antes auxilie a su señora Soraya, que viajaba en el barco que se hunde.


COMENTARIOS:


              -Como muchos sabrán a estas alturas, en un principio, Gago quería servirse de la figura de monseñor Cicuta para criticar y denunciar las injusticias cometidas por una institución de tan mala fama como la Inquisición española. Pero el rancio editor de Valenciana se opuso tajantemente a ello, obligando a nuestro sufrido autor a cambiar el argumento, haciendo de Cicuta y sus inquisidores unos suplantadores. La historia resultante adolece de cierta verosimilitud, ya que sería muy improbable que unos facinerosos pudieran sustituir a unos cargos eclesiásticos sin que nadie lo advirtiera. Tampoco queda claro si Cicuta es el vitriólico nombre del verdadero inquisidor o el del hombre que se hace pasar por él. De todos modos, y sabiendo los propósitos reales de Gago, podemos hacernos una idea de por dónde podrían haber seguido los derroteros de la historia.
             -Numeración en interior de la contraportada, 371.
     



       

4 comentarios:

  1. Celebro enormemente que hayas retomado el trabajo de este blog. Muchas gracias.

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    1. Como siempre, gracias por tus palabras. Sólo espero que no transcurra tanto tiempo entre una reseña y otra. ¡Habían pasado nueve meses desde la última! La verdad es que no tengo don para la escritura y me resulta algo difícil reseñar unos argumentos tan complejos como los de esta serie, ¡y eso que cada cuaderno sólo consta de dieciséis páginas!

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  2. Terrible la muerte de la pirata Sandra, aquí ya se empezaba a notar el toque distinto de la serie.

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    1. Recuerdo que, si bien, cuando leí estos cuadernos por primera vez (tenía, entonces, apenas trece años) el personaje de Sandra me caía antipático (ahora no sé exactamente porqué), sí me impactó mucho la brutal viñeta en la que aparece muerta y semidesnuda y con las trazas de haber defendido su vida ferozmente.

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