martes, 27 de marzo de 2018

Núm. 72. PERSECUCIÓN EN LA CIUDAD

Fecha de publicación: 17 - V - 1980.



Grof, el gorila negro soltado por Goluef, no tarda en encontrar el rastro del Guerrero del Antifaz, Li Chin y una de las mujeres del serrallo que se ha unido a ellos en su intento de fuga. Tras encerrarse en uno de los aposentos, el trío sale por una ventana y sigue una cornisa que recorre la pared exterior hasta una planta trepadora por la que ambas mujeres comienzan a descender.
     El gorila tira abajo la puerta y hace frente al enmascarado en la peligrosa cornisa. Malherido por la espada del Guerrero, y antes de caer al vacío, el simio coge a nuestro héroe y lo arroja por los aires. Afortunadamente, el cristiano frena su caída agarrándose al tablón que antes usara para acceder al palacio de Goluef. Abajo en la calle, Li Chin y la muchacha del harén son sorprendidas por algunos centinelas. Viéndolas en peligro, su amigo del antifaz salta desde el tablón sobre el grupo de atacantes y se emplea a fondo con ellos.
     Mientras tanto, Goluef, que ha salido del edificio, arenga a su agonizante gorila para que mate al Guerrero; pero el cuadrumano, enfurecido por el dolor que le provocan las heridas mortales que ha recibido, se revuelve contra él y le rompe las vértebras cervicales. Acto seguido, el animal se abalanza sobre la mujer del serrallo, a la que mata, antes de que el enmascarado remate con su acero a la enloquecida bestia.
     Con Goluef y Argos fallecidos, los griegos no saben qué decisión tomar con respecto a los extranjeros. De momento, deciden ponerlos en libertad aunque les advierten que sólo podrán marcharse si lo autoriza Kaskoulus, el hermano del finado Goluef, quien pasará a hacerse cargo de la jefatura. Mientras un barco parte para informar al tal Kaskoulus de los últimos acontecimientos, el enmascarado, Li Chin y los recién liberados de su calabozo, Don Luis y Fernando, permanecen confinados tras las paredes del palacio; si bien, gozan de cierta libertad de movimiento dentro del edificio.
     En España, las tropas capitaneadas por Ramiro obligan a las fuerzas de Romualdo a batirse en retirada. Ana María se aloja en casa de unos campesinos que la reciben alborozados aunque echan de menos la presencia del conde de Roca, al que necesitan en estos momentos de peligro. La condesa no sabe qué contestar respecto al paradero de su esposo e, incluso, alberga el temor de que haya podido haber muerto, pues tarda en producirse su regreso. No lejos de allí, las fuerzas enemigas se reagrupan y, enteradas del paradero de Ana María, se encaminan hacia la casa de los campesinos con la esperanza de hacerla prisionera.
     Las cosas comienzan a complicarse todavía más; pues, aprovechando que el condado de Roca ha quedado desguarnecido de soldados, Romualdo lo invade y pone sitio al castillo con máquinas de guerra.
     En el Mar Egeo, Kaskoulus, enterado de la suerte corrida por su hermano, zarpa hacia la isla donde gobernara este último, para tomar la jefatura y decidir el destino de los que él considera culpables de la muerte de Goluef. Al mismo tiempo que su nave se adentra en el desfiladero navegable, el Guerrero muestra a sus amigos una trampilla que, ha descubierto, comunica con las cloacas de la ciudad. Después de encender una antorcha, el cuarteto se interna en las insalubres galerías en busca de una posible salida al mar.
     Al percatarse de su ausencia, los centinelas del palacio registran el edificio; pero, no encontrando pista alguna de ellos, intuyen que han podido fugarse por la trampilla que da a las cloacas. Rápidamente, un gran número de griegos y gorilas amaestrados irrumpe en los hediondos sumideros y montan guardia en lugares estratégicos. Los fugados no tardan en ser descubiertos por uno de los numerosos grupos que registran las galerías y han de recurrir a las armas para defenderse. Mientras, en las sucias aguas, las ratas aguardan.

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-Numeración en interior de la contraportada, 415.

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jueves, 22 de marzo de 2018

Núm. 71. LAS MUJERES DE GOLUEF


Fecha de publicación: 10 - V - 1980.

"-¡Partiré con vos, Ramiro! (...) Mis vasallos deben verme a su lado. Si es preciso, combatiré también."
                                -Ana María.



A pesar de sus bravatas, Goluef no se muestra nada dispuesto a enfrentarse en un duelo personal con el Guerrero del Antifaz, y ordena a sus hombres que le apresen. Argos, comprendiendo que su jefe sólo quería librarse de él, conmina a sus seguidores a que no intervengan en la captura del extranjero.
     Acosado por el cabecilla griego y los suyos, el enmascarado retrocede hasta una casa cuya puerta resulta estar abierta. Tras cerrarla con cerrojo, sube al piso superior para intentar huir por los tejados de los edificios. Arriba, tiene que reducir al propietario de la vivienda, un fornido gigantón, y, después, sale por una pequeña claraboya. Su plan consiste en llegar al palacio de Goluef y rescatar a Li Chin. Comprendiendo lo que se propone, tanto Goluef como Argos le siguen por las calles de la ciudad. En su camino, el cristiano se ve acosado por varios enemigos que han subido a los tejados para cortarle el paso.
     En España, Romualdo sigue conspirando para ganarse el favor de los Reyes Católicos, a quienes hace llegar mensajes en los que acusa a Ana María de mantener relaciones ilícitas con un escudero, y a su esposo, el conde de Roca, de haberla abandonado. Al mismo tiempo, los hombres del infame noble prosiguen sus incursiones en el condado de Torres, aterrorizando a los indefensos campesinos. Los invasores intentan hacerles creer que su señora los ha abandonado; y leen proclamas en las que se asegura que con el consentimiento de sus católicas majestades, aquellas tierras pasan a depender del de Acebedo, al que a partir de ahora tendrán que pagar los impuestos.
     Aunque parece que su ambicioso primo ha conseguido convencer a los reyes de la veracidad de las acusaciones vertidas sobre su persona, Ana María está dispuesta a hacerle frente. Para ello arma caballero y nombra capitán de sus tropas a Ramiro; y ella misma no duda en vestir la armadura y acudir con sus mesnadas al campo de batalla, para, de este modo, dar aliento a sus súbditos.
     Muy lejos de allí, en el Mar Egeo, el Guerrero del Antifaz utiliza un tablón de madera para alcanzar el palacio de Goluef desde el tejado de la última casa.  En la precaria pasarela es atacado por más griegos, de los que da buena cuenta. Tras derribar una puerta que conduce al interior del edificio, se deshace de dos enormes eunucos que custodian aquellas dependencias, y no tarda en dar con su amiga. Las mujeres de Goluef quedan vivamente impresionadas por la apostura del cristiano y se avienen a esconderle junto a su compañera cuando su amo y señor y Argos llegan al harén, sabiendo que encontrarán allí a nuestro héroe. Aunque, en cierto modo, los dos hombres habían pactado una tregua en tanto su común enemigo anduviera suelto, lo cierto es que no tardan en empezar a discutir a causa de la muchacha oriental. Aprovechando que su segundo le da la espalda, Goluef le atraviesa con la espada y acaba con su vida. Acto seguido, el traidor acciona una palanca oculta detrás de un cortinaje y una puerta secreta se abre en la pared dando paso a un gorila espantoso llamado Grof. El griego ordena a la terrible bestia que busque a los fugitivos.

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 -Aunque siempre se ha acusado a Ana María de cierta pasividad, lo cierto es que cuando la ocasión lo requiere, no duda en tomar las riendas y tratar de solventar, según sus posibilidades, aquellas situaciones contrarias o de peligro a las que se ve abocada.
 -Numeración en interior de la contraportada, 414.

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sábado, 3 de marzo de 2018

Núm. 70. NUEVA HAZAÑA

Fecha de publicación: 3 - V - 1980.



Las naves de Goluef arriban a una isla del Mar Egeo y se adentran en ella por un desfiladero navegable, defendido por numerosos cañones apostados en las paredes rocosas.
     Argos, el segundo al mando después de Goluef, bebe los vientos por Li Chin; por lo que al sufrir el desplante de la joven desafía al Guerrero del Antifaz a un duelo a muerte. Sabe por propia boca de la oriental que el cristiano es el hombre que ocupa su corazón y él está dispuesto a remediar eso.
     Subido a cubierta, nuestro héroe se enfrenta a su formidable contrincante, quien, a pesar de los gritos de ánimo que le dedican sus compañeros, se ve incapaz de vencerle. Si bien el enfrentamiento es a manos limpias, Argos no vacila en coger una espada para acabar con su rival; pero Goluef, que no ve con buenos ojos la popularidad cada vez mayor de su segundo, cree que esta es una buena ocasión para deshacerse de él y ordena que al Guerrero le sea entregada también otra arma. Pero el español no tiene necesidad de ello; puesto que, volteando al griego por encima de su cabeza, lo arroja por la borda al mar. Viendo a su camarada derrotado, los piratas se aprestan a terminar con el vencedor, mas Li Chin intercede ante Goluef y este da la orden de que respeten la vida del Guerrero. No obstante, eso no quita para que también ordene que sea encerrado de nuevo. Mientras las naves echan el ancla en el puerto de la ciudad que se levanta al fondo del desfiladero navegable; Argos, bastante mohino, nada hacia la costa, donde es recibido por algunos de sus compañeros.
     Producido el desembarco, el Guerrero, Don Luis y Fernando son encerrados en una celda, en tanto que Li Chin es conducida por el propio Goluef a su harem particular. Debidamente, Argos le recuerda a su superior que la joven le pertenece a él. Goluef simula estar de acuerdo con eso y alega que solo quería alojarla en la seguridad de su serrallo. Pero, con astucia, convence al celoso Argos de que la muchacha no será suya mientras el cristiano del antifaz siga con vida. Decidido de una vez por todas a hacerse con la mujer de la que se ha encaprichado, Argos solicita poder enfrentarse otra vez al que considera su rival. Goluef ha sabido mover los hilos y ante él se presenta una nueva oportunidad para que su segundo muera a manos del enmascarado y deje de representar una amenaza para su liderazgo. 
     El duelo se celebra en plena vía pública, donde los dos contendientes se agreden a espadazos. Pese a que Argos es su enemigo, el Guerrero intenta abrirle los ojos con respecto a las verdaderas intenciones que mueven a Goluef  al haber autorizado y alentado aquel enfrentamiento. Tras un violento entrechocar de aceros en los que estos quedan hechos pedazos, los griegos proveen a su compatriota de una espada nueva y un casco con los que poder proseguir el combate. Por su parte, Goluef presta su propia arma al cristiano, dejando bien a las claras por quién ha tomado partido.
     Mientras tanto, Li Chin permanece encerrada en el harem de Goluef, vigilada de cerca por uno de los piratas. Sin embargo, no tarda en deshacerse de él a base de propinarle unos cuantos golpes y  emprender la huida por el palacio. Un par de gorilas amaestrados le salen al paso y la atrapan cuando uno de ellos consigue agarrarla de un pie. Una vez más, la muchacha acaba en el harem, rodeada por las esposas del cabecilla griego.
     La lucha entre el Guerrero y Argos termina con la derrota cantada de este último. Goluef arenga al enmascarado para que termine lo empezado y acabe con la vida de su segundo; pero nuestro héroe se niega en redondo y, en cambio, desafía ahora al jefe pirata.

COMENTARIOS:
               -Numeración en interior de la contraportada, 413.

Núm. 69. ENEMIGO COMÚN

Fecha de publicación: 26 - IV - 1980.



Don Luis, Celestine y Fernaando se aprestan para defenderse de Goluef y sus hombres. El Guerrero del Antifaz y Li Chin aparecen en ese momento y corren a ayudar a sus amigos y al genovés. Este último se enfrenta personalmente al temible Goluef, al que desarma dos veces seguidas. Pero uno de los gigantescos gorilas amaestrados le atrapa entre sus poderosos brazos y acaba con su vida. Nuestro héroe acomete a la bestia y le da muerte con la ayuda de su daga. Uno de los piratas griegos intenta sorprender por la espalda a Li Chin, quien, puesta sobre aviso por el enmascarado, lo reduce rápidamente.
     Los habitantes de la "Isla Encantada" llevan las de perder ante el empuje de sus atacantes y huyen delante de ellos. Los españoles y la oriental prueban a salvar las murallas que rodean el recinto trepando por una enredadera que crece junto a la pared y cuya altura alcanza las almenas. El Guerrero encabeza la subida y al llegar arriba se ve atacado por otro gorila al que consigue tirar al jardín. En su caída el cuadrumano se agarra a la capa de Don Luis y arrastra a este consigo. Aturdido por el golpe recibido al dar en el suelo, el conde de los Picos está a punto de perecer aplastado por una roca que el feroz simio se dispone a arrojarle; pero el del antifaz se lanza sobre el animal y lo aniquila con la espada. Después de subir de nuevo a las almenas, los dos hombres bajan junto a Fernando y Li Chin, sirviéndose de la ayuda de una cuerda anudada. Luego, corren en dirección a la playa, donde esperan apoderarse de alguna embarcación con la que abandonar aquel lugar. Su camino se ve interceptado por Goluef y un puñado de hombres y gorilas. El cabecilla griego, que se había quitado de en medio cuando Celestine le desarmó por segunda vez, ha bajado a la playa para cortarles el paso y capturarles. Quiere hacerlos esclavos, pues en el lugar de donde viene hay gran necesidad de ellos.
     Fernando no tarda en caer inconsciente, golpeado en la cabeza por uno de los antropoides. Entretanto, su amigo enmascarado se bate con Goluef despojándole del casco que cubre su rostro surcado por una gran cicatriz. En ese momento, Li Chin es atrapada por un fornido griego llamado Argos, que amenaza con matarla si nuestro héroe no se entrega. Viendo a su amiga en peligro mortal, el Guerrero no vacila en deponer las armas. Don Luis es el último en caer, golpeado, como Fernando, por un gorila.
     Los griegos abandonan la isla llevando cautivos en uno de sus navíos a los tres españoles y a algunos hombres de Celestine que han sobrevivido al ataque. Argos, el segundo al mando después de Goluef, se ha encaprichado de Li Chin y la retiene junto a él.
     Lejos de allí, en España, los soldados de Roca, mandados por Ramiro, presentan batalla a los de Romualdo para romper el cerco que éstos han tendido al castillo de Torres. En su pensamiento siempre está presente Ana María y, hecho una furia, mata al capitán del bando contrario cuando este emplea palabras hirientes para referirse a la condesa. Finalmente victoriosos, el escudero y los hombres bajo su mando, regresan al castillo de Roca, donde Ana María, impresionada por la actuación de su leal vasallo, considera que este merece ser armado caballero.

COMENTARIOS:
               -En el cuaderno anterior vimos que Fernando estaba con el Guerrero y Li Chin, y no junto a Don Luis y Celestine, como ahora sucede.
               -Numeración en interior de la contraportada, 412.