jueves, 22 de marzo de 2018

Núm. 71. LAS MUJERES DE GOLUEF


Fecha de publicación: 10 - V - 1980.

"-¡Partiré con vos, Ramiro! (...) Mis vasallos deben verme a su lado. Si es preciso, combatiré también."
                                -Ana María.



A pesar de sus bravatas, Goluef no se muestra nada dispuesto a enfrentarse en un duelo personal con el Guerrero del Antifaz, y ordena a sus hombres que le apresen. Argos, comprendiendo que su jefe sólo quería librarse de él, conmina a sus seguidores a que no intervengan en la captura del extranjero.
     Acosado por el cabecilla griego y los suyos, el enmascarado retrocede hasta una casa cuya puerta resulta estar abierta. Tras cerrarla con cerrojo, sube al piso superior para intentar huir por los tejados de los edificios. Arriba, tiene que reducir al propietario de la vivienda, un fornido gigantón, y, después, sale por una pequeña claraboya. Su plan consiste en llegar al palacio de Goluef y rescatar a Li Chin. Comprendiendo lo que se propone, tanto Goluef como Argos le siguen por las calles de la ciudad. En su camino, el cristiano se ve acosado por varios enemigos que han subido a los tejados para cortarle el paso.
     En España, Romualdo sigue conspirando para ganarse el favor de los Reyes Católicos, a quienes hace llegar mensajes en los que acusa a Ana María de mantener relaciones ilícitas con un escudero, y a su esposo, el conde de Roca, de haberla abandonado. Al mismo tiempo, los hombres del infame noble prosiguen sus incursiones en el condado de Torres, aterrorizando a los indefensos campesinos. Los invasores intentan hacerles creer que su señora los ha abandonado; y leen proclamas en las que se asegura que con el consentimiento de sus católicas majestades, aquellas tierras pasan a depender del de Acebedo, al que a partir de ahora tendrán que pagar los impuestos.
     Aunque parece que su ambicioso primo ha conseguido convencer a los reyes de la veracidad de las acusaciones vertidas sobre su persona, Ana María está dispuesta a hacerle frente. Para ello arma caballero y nombra capitán de sus tropas a Ramiro; y ella misma no duda en vestir la armadura y acudir con sus mesnadas al campo de batalla, para, de este modo, dar aliento a sus súbditos.
     Muy lejos de allí, en el Mar Egeo, el Guerrero del Antifaz utiliza un tablón de madera para alcanzar el palacio de Goluef desde el tejado de la última casa.  En la precaria pasarela es atacado por más griegos, de los que da buena cuenta. Tras derribar una puerta que conduce al interior del edificio, se deshace de dos enormes eunucos que custodian aquellas dependencias, y no tarda en dar con su amiga. Las mujeres de Goluef quedan vivamente impresionadas por la apostura del cristiano y se avienen a esconderle junto a su compañera cuando su amo y señor y Argos llegan al harén, sabiendo que encontrarán allí a nuestro héroe. Aunque, en cierto modo, los dos hombres habían pactado una tregua en tanto su común enemigo anduviera suelto, lo cierto es que no tardan en empezar a discutir a causa de la muchacha oriental. Aprovechando que su segundo le da la espalda, Goluef le atraviesa con la espada y acaba con su vida. Acto seguido, el traidor acciona una palanca oculta detrás de un cortinaje y una puerta secreta se abre en la pared dando paso a un gorila espantoso llamado Grof. El griego ordena a la terrible bestia que busque a los fugitivos.

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 -Aunque siempre se ha acusado a Ana María de cierta pasividad, lo cierto es que cuando la ocasión lo requiere, no duda en tomar las riendas y tratar de solventar, según sus posibilidades, aquellas situaciones contrarias o de peligro a las que se ve abocada.
 -Numeración en interior de la contraportada, 414.

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