lunes, 27 de noviembre de 2017

Núm. 43. LUCHANDO EN LOS TEJADOS

Fecha de publicación: 27 - X - 1979.


Don Luis: -¿Por qué defiendes a un vulgar traficante de esclavos?
Boguro: -¡Es algo más que mi amo!


       El Guerrero del Antifaz aconseja a Soraya que se quede con Bayaceto, pero la sultana alega que Muley Hassan ha descubierto su juego y puede ponerla en peligro. Li Chin, que no ve la hora de librarse de su rival, intenta convencerla de que seguramente y, a pesar de todo, podrá seguir contando con el favor del sultán. Pero Soraya está decidida a no separarse ya de ellos.
       Perseguidos por los perros guardianes soltados por el consejero, el grupo alcanza una parte de la muralla que rodea el palacio; y, mientras Li Chin y Soraya ascienden por una planta trepadora que crece junto al muro, sus tres compañeros hacen frente a la peligrosa jauría.
       La sultana reconoce a tres de los canes y salta al jardín para azuzarlos contra los otros perros. Aprovechando la feroz pelea que se desata entre los animales, los fugitivos terminan de trepar y se encaraman en la parte superior de la muralla.
       Al otro lado, debajo de ellos, ven pasar una carreta cargada de paja cuyo conductor, al ir cantando en voz alta, no advierte que saltan sobre la mullida carga, y prosigue su camino hacia el puerto. Para los huidos se abre la posibilidad de poder escapar en alguna embarcación. Pero, aunque van ocultos entre la paja, son descubiertos desde una ventana por un matrimonio otomano que pone sobre aviso al carretero de la presencia de extraños. Este último echa a correr para avisar a los soldados. Cuando estos aparecen, el enmascarado y sus amigos se ven obligados a abandonar la carreta y huir saltando por los tejados de las casas.
       Perseguidos de cerca, llegan a un lugar en el que la distancia entre una vivienda y otra es insalvable y quedan acorralados. Pero en el tejado de la alejada casa hay unos conocidos de Soraya que les tienden, a modo de puente, una escalera por la que pasan. Tras cruzar y retirar la escalera, el quinteto prosigue su fuga, eliminando a cuanto soldado le sale al paso. Don Luis se preocupa en ayudar a la sultana a salvar alturas y distancias en su peligrosa huída.
       El Guerrero tiene la mala suerte de pisar y hacer añicos la claraboya que cubre el dormitorio donde duerme una pareja, precipitándose sobre el lecho. Enfurecidos por su súbita irrupción, hombre y mujer acosan al enmascarado con las armas que colgaban en la cabecera de la cama. Li Chin interviene, dejándose caer, y se encarga de poner fuera de combate a la iracunda otomana. Una vez el enmascarado hace lo propio con el hombre, Soraya, Don Luis y Fernando también saltan al interior de la casa.
       En un armario encuentran chilabas con capucha con las que pueden pasar desapercibidos en su camino hacia los muelles; mas, una vez allí, son descubiertos por "Garfio" Chamul y Boguro, quien es se enfrentan respectivamente con el Guerrero y el conde de los Picos. Don Luis lleva las de ganar con el negro, pero el del antifaz se ve en apuros cuando el garfio de su contrincante busca clavarse en su garganta.

COMENTARIOS:
            -Comprobamos cómo, poco a poco y sutilmente, Don Luis va sintiendo por Soraya algo más que simple amistad. En algún episodio anterior ya vimos que la sultana tampoco le hacía ascos al conde y todo parece presagiar que se va a producir un cambio de situación. Puede que al proponerla como nuevo objeto amoroso del de los Picos (quien, todo hay que decirlo, jamás dedica un solo pensamiento a su esposa Sigfrida y actúa como si ésta ni siquiera existiera) Gago quisiera darle un respiro a nuestro héroe librándolo de una de sus muchas admiradoras.
            -Numeración en interior de la contraportada, 386.
     


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