jueves, 4 de febrero de 2016

Núm. 33. BANDIDOS MONTAÑESES

Fecha de publicación: 18 - VIII - 1979.



       " -Yo también puedo ser tan caballero como tú...aunque sea un hombre del pueblo." -"El Lobo" a nuestro héroe.



       "El Lobo" lanza con su honda una piedra de buen tamaño al Guerrero del Antifaz, quien reacciona rápidamente, agachándose. Ambos hombres se enfrentan en una reñida pelea en la que, a pesar de demostrar ser un enemigo temible, el bandido se lleva la peor parte bajo los puños del enmascarado. También Li Chin interviene en la refriega, derribando a varios de los asaltantes con sus técnicas de lucha orientales.

       Al ver caer a su jefe, "Alcornoque", el segundo de "El Lobo", se abalanza sobre nuestro héroe. El Guerrero también le derriba; pero "Lobo", ya recuperado, aprovecha el momento para golpearle por la espalda con una estaca de madera. El enmascarado se desploma inconsciente y cuando "Alcornoque" se dispone a aplastarle el cráneo con una roca, Li Chin se lo impide de una pedrada. "Lobo" reduce a la muchacha y, bien pronto, le deja claro que se siente atraído por ella.

       Los bandidos maniatan a sus prisioneros. Uno de ellos ofrece el producto de sus robos a cambio de quedarse con la muchacha; y "Alcornoque" está dispuesto a lo mismo si le entregan al enmascarado, a quien odia por haberle vencido; sin embargo, su jefe se niega en redondo a renunciar a la joven y a la posibilidad de obtener un buen rescate por el Guerrero del Antifaz.

       El falso Cicuta se reúne con el grupo y confiesa a nuestro héroe las intenciones que albergaba hacia su  esposa. Es tal la repugnancia que el enmascarado siente por el malhechor, que le propina una patada en el estómago. Acto seguido, la banda de criminales lleva a la pareja de prisioneros a su refugio por peligrosos caminos de montaña que bordean altos precipicios.

       Mientras tanto, Nora, "La bruja", atiende con sus remedios naturales a Ana María, que ha perdido al hijo que esperaba y aún sigue muy enferma. La curandera, que ha visto en Ramiro a su hombre ideal, desea la pronta sanación de la paciente, para que ésta se pueda reunir cuanto antes con su esposo, el conde de Roca y le deje, así, el camino libre. El escudero está muerto de preocupación por la mujer que ama, pero Nora le da ánimos, asegurándole que su señora mejora y ya está fuera de peligro. Ramiro le confiesa que no está tranquilo, ya que sus perseguidores podrían aparecer en cualquier momento. "La bruja" le tranquiliza, diciendo que llegado el caso, conoce un escondite.

       El Guerero del Antifaz, que no ve la hora de quedar libre para reemprender la búsqueda de Ana María, llega a un acuerdo con "Lobo", por el que Li Chin se quedará como rehén de los bandidos mientras él parte en busca de su esposa con la promesa de regresar, después, con cierta cantidad de oro como recate. Antes de marchar, exige al jefe bandolero que respete a su amiga o, de lo contrario, no habrá trato y no obtendrá ningún botín. Li Chin disipa sus temores, confiando en que sabrá hacerse respetar por sus captores. Por su parte, "Lobo" promete defenderla de cualquier peligro.

       El falso Cicuta y "Alcornoque" no ven con buenos ojos la partida del Guerrero y siguen sus pasos con la intención de acecharle. El enmascarado está ansioso por reunirse con sus seres queridos y echa a correr velozmente por el sendero de montaña.

       "El Lobo" se ha encaprichado de Li Chin, y, mientras comen algo, le confiesa a ésta que se alegraría si el Guerrero no volviera; pues está seguro de que si se quedara con él, sabría hacerla feliz.

       En la puerta de su casa, Nora recibe a un bandido montañés, conocido suyo, llamado "Hércules", que solicita ayuda para uno de sus hombres que está enfermo. "La bruja" le hace saber que sólo irá si el caso es grave, pues está ocupada. Intrigado por a quién pueda cobijar, el bandido interroga a la muchacha.


COMENTARIOS.

               - Según "Lobo", el falso Cicuta es un bandido apodado "El monje" que afirma sentir vocación. Sin embargo, en el episodio anterior se refirió a él como "El escorpión", y se sorprendió de verle vestido con hábitos eclesiásticos. Da la impresión de que, en muchas ocasiones, Gago improvisa sobre la marcha la trama y los diálogos definitivos, confíando demasiado en su memoria  e incurriendo en deslices como éste.

               - Ahora el falso monje confiesa a nuestro héroe que aspiraba a tener relaciones sexuales con la condesa, además de planear pedir un rescate por ella. Hasta el momento, no se había insinuado en ninguna ocasión que el bandido albergara ningún tipo de deseo por Ana María, y daba la impresión de que únicamente le movía la ambición de obtener riquezas.

               -Numeración en interior de la contraportada, 376.

     

viernes, 29 de enero de 2016

Núm. 32. LA IRA DEL GUERRERO

Fecha de publicación: 11 - VIII - 1979.



       "Está claro que ella escapaba con su criado...el cual agredió y dio muerte a los inquisidores que representan a la justicia...¡Deben morir en la hoguera!" -Habitante del pueblo donde intentan quemar a Ana María.

     
       Cuando todo parece perdido para Ana María, Ramiro irrumpe a caballo en la plaza del pueblo donde se alza la hoguera. Tras matar a algún que otro inquisidor que le sale al paso para impedir que auxilie a su señora, libera a ésta de sus cadenas y huye con ella y Adolfito.
       Cicuta y varios de sus hombres persiguen al trío, ya que no piensan renunciar al rescate que pueden llegar a obtener a cambio de la condesa. Después de cruzar un puente de madera colgante que salva un profundo abismo, Ramiro corta las cuerdas que sujetan el mismo,  y sus acosadores se precipitan en las aguas del río que discurre a los pies del barranco.
       Entretanto, el Guerrero del Antifaz se percata de que Li Chin le sigue,  y permite, si bien no muy convencido, que le acompañe. Gracias a las informaciones que van recabando de distintos lugareños, llegan al pueblo donde habían intentado quemar a Ana María. Allí, nuestro héroe desata su furia contra aquellos que habían amenazado la vida de su esposa. Enterado de que Cicuta y los suyos salieron en persecución de la condesa y su escudero, el enmascarado y su amiga se marchan rápidamente de la pequeña población.
       El falso monje ha sobrevivido a la caída en el río y se reúne con algunos hombres suyos que no cayeron con él para proseguir la persecución. Registran aquellos contornos dispuestos a cazar a sus presas, cuando se tropiezan con el Guerrero y Li Chin. El primero descubre que el supuesto monje no es quien dice ser, pues carece de una cicatriz que el verdadero Cicuta tenía en la cabeza.
       Mientras sus esbirros se las entienden con nuestro héroe y su compañera, el falso monje huye monte arriba en busca de "El Lobo", el líder de otra banda de malhechores al que piensa pedir ayuda. La casualidad hace que dicho sujeto y sus hombres se encuentren cerca de allí y se topen con Cicuta, al que conocen como "El Escorpión". El bandido montañés se aviene a ayudarle, pensando que podrá obtener una buena suma de oro si logra coger prisionero al que sabe es el conde de Roca.
       En otro lugar, Ana María se siente incapaz de continuar huyendo, pues es presa de una fuerte fiebre. Ramiro la lleva en brazos hasta una cabaña solitaria, donde una joven apodada "La bruja", accede a socorrer a la enferma, cuyo estado de salud parece grave.
       En ese momento, escondidos detrás de unas rocas, "El Lobo" y sus secuaces se preparan para sorprender al Guerrero y Li Chin, quienes ignorantes del nuevo peligro que les acecha, aciertan a pasar por allí.

COMENTARIOS:

               -Para mi gusto, otro de los episodios más entretenidos en lo que va de colección; todo repleto de acción y tensión creciente. En él, nuestro héroe demuestra a las claras las malas pulgas que puede tener cuando ve amenazada la vida de su esposa.
               -No sabemos muy bien de dónde salen los esbirros que se unen al falso Cicuta en el pueblo; pues como vimos en el cuaderno anterior, llegó allí sólo con Ana María, y en ningún momento se nos dijo que en la aldea también hubiera hombres suyos.
               -Da la impresión de que ha habido un "baile" de portadas entre este número y el anterior. Si nos fijamos un poco vemos que la correspondiente a este cuaderno representa el momento en que nuestro protagonista llega al castillo de Roca con sus amigos Don Luis y Fernando y estalla de furia al enterarse de los problemas que su esposa tiene con la Inquisición. Por otro lado, la cubierta del episodio anterior hace referencia, en su diseño original, a una de las viñetas del presente cuaderno, en la que Ana María piensa en el Guerrero, mientras las llamas empiezan a envolverla.
               -Numeración en interior de la contraportada, 375.

EL GUERRERO Y LI CHIN AGUARDAN AL FALSO MONJE Y SUS SECUACES. IMAGEN TOMADA DEL INTERESANTÍSIMO BLOG "VOTO A BRÍOS".

     

miércoles, 13 de enero de 2016

Núm. 31. EL FALSO MONJE

Fecha de publicación: 4 - VIII - 1979.



       "-¡Mi esposo es el único que puede pedir cuenta de mis actos, no tú, monje de Satanás!"  -Ana María a Cicuta.



       Tras ser rescatado de las aguas por sus amigos Don Luis y Fernando, el Guerrero del Antifaz decide regresar a España junto a su esposa. Soraya, que, según ella, no piensa volver con Bayaceto, manifiesta su deseo de acompañar al enmascarado; si bien, lo hace con la intención secreta de no renunciar a él. Por su parte, Li Chin está dispuesta a hacer lo que sea con tal de conseguir al hombre que ama.
       Mientras tanto, Ramiro y Adolfito son conducidos al convento que sirve de refugio a Cicuta y su banda. El escudero finge estar malherido e inconsciente, en espera del momento oportuno para sorprender a sus captores. Llevado ante Cicuta, este ordena a sus hombres que acaben inmediatamente con la vida del gigante. Ramiro rompe, entonces, sus ligaduras y, tras propinar algunos golpes a los malhechores, consigue hacerse con una espada.
       Temiendo que sus esbirros no puedan con el escudero, Cicuta corre hasta la celda donde tiene encerrada a Ana María, a la que obliga a seguirle a la bodega. Allí le hace creer que unos de sus hombres tiene a Adolfito y que ordenará su muerte si no permanece en silencio y obedece sus órdenes.
       Incapaces de dominar a Ramiro, los bandidos que le hacen frente optan por huir. El escudero registra el convento sin hallar a su señora y la desesperación se apodera de él. Ignora que el falso monje ha escapado con ella por un pasadizo secreto cuya entrada está disimulada en uno de los toneles adosados a las paredes de la bodega.
       Una vez en el exterior, Cicuta desvela sus verdaderas intenciones a la condesa, quien reacciona tratando de golpearle con un leño. Pero el bandido la deja inconsciente de un puñetazo y se aleja de allí en un caballo, llevándosela.
       Cuando el Guerrero del Antifaz y sus amigos llegan al castillo de Roca, son informados por Sarita de los últimos acontecimientos. Esperando encontrar allí a su esposa e hijo, nuestro héroe se encamina inmediatamente hacia la casa de Ramiro. Aunque no ha pedido a sus camaradas que le acompañen, Li Chin le sigue de lejos sin que lo sepa.
       Don Luis le dice a Soraya que, si no va a alojarse en el castillo de Roca, sea su huésped en sus tierras, pero la sultana rehúsa y se instala cómodamente mientras espera el regreso del Guerrero. No obstante, hace saber al caballero que, en el caso de que el enmascarado no la quiera allí, irá muy gustosa con él, ya que no piensa regresar junto a Bayaceto.
       Ramiro y Adolfito descubren finalmente el túnel secreto y lo siguen hasta la salida, donde son atacados por dos esbirros de Cicuta. El escudero acaba con ellos ante la mirada estupefacta de unos campesinos que creen que los muertos eran verdaderos inquisidores.
       Entretanto, el falso monje y su prisionera llegan a un pueblo cercano donde el Inquisidor Jefe local se queda extrañado al ver por aquellos lares a Cicuta en compañía de una mujer. Él se excusa alegando que lleva a una pecadora que tiene que ser juzgada. Ana María se defiende acusándole de ser un falsario que la ha secuestrado.
       En ese momento, llega un anciano campesino denunciando la muerte de dos inquisidores a manos de Ramiro. Clamando justicia por esas muertes, el Inquisidor Jefe condena a Ana María a morir en la hoguera sin tan siquiera someterla a juicio. La sentencia se cumple al instante, y Cicuta observa en silencio cómo las llamas prenden rápidamente en la leña amontonada a los pies de la condesa.

COMENTARIOS:

               -Entretenido episodio, aunque de final un tanto atropellado. A pesar de las injusticias cometidas por la Inquisición, esta jamás condenó a ninguna de sus víctimas sin la celebración de un juicio previo (otra cosa son los métodos empleados para arrancar las confesiones a los reos y las sentencias que se dictaban, claro). El Santo Oficio, sencillamente, no funcionaba de la manera en que lo vemos aquí. Sin embargo, como ya se apuntó en otra ocasión, este no es un tebeo histórico sino de aventuras, y su autor se toma las licencias que considera oportunas  para hacer avanzar la acción.
              -Numeración en interior de la contraportada, 374.

AL IGUAL QUE SUCEDIÓ CON EL EPISODIO ANTERIOR, EL PRESENTE TAMBIÉN SUFRIÓ LA CENSURA  DEL EDITOR; QUIEN OBLIGÓ A HACER CAMBIOS TANTO EN EL ARGUMENTO COMO EN EL TÍTULO ORIGINAL DEL CUADERNO, ("LA SENTENCIA"). IMÁGEN TOMADA DEL BLOG "VOTO A BRÍOS".

miércoles, 23 de diciembre de 2015

Núm. 30. CONJURA DE FALSARIOS

Fecha de publicación: 28 - VII - 1979.




"Soraya ha jugado con el sultán...conmigo...y también contigo, no lo olvides." -Ben Jerifaz al Guerrero.



       El Guerrero del Antifaz y Li Chin ponen rumbo a Esmirna en la nave capturada a Ben Jerifaz, acompañados por un grupo de soldados españoles que se encargan de vigilar con suspicacia a los prisioneros otomanos que la tripulan.
       Bajo cubierta, un encadenado Jerifaz pide al guerrero enmascarado que le suelte las manos para poder comer con comodidad. El turco afirma que si le entrega a Bayaceto, el sultán ordenará su muerte por haber secuestrado a su favorita. La conversación se agría por momentos y nuestro héroe decide volver a encadenar a su prisionero. En eso, Soraya baja a la sentina y aconseja al cristiano que tenga bien sujeto al celoso capitán, pues puede llegar a resultar peligroso. Sin embargo, cuando el Guerrero le da la espalda para asegurar las cadenas del turco, Soraya le golpea con una barra de hierro. Jerifaz aprovecha que todavía está libre para coger un taburete y romperlo sobre la cabeza de su rival. Nuestro héroe se desploma inconsciente, y cuando el capitán otomano se dispone a matarle con una daga, la sultana se lo impide, pues planea llevarlo a Esmirna como esclavo.
       Mientras ella permanece junto al cristiano, que ha sido encadenado, Jerifaz sube a cubierta y arenga a sus hombres para que se rebelen contra los soldados que les vigilan. Los turcos amenazan con asesinar al Guerrero si no se rinden; pero los cristianos no confían en que sus vidas sean respetadas una vez depongan las armas. Jerifaz les promete que pueden abandonar la nave en una chalupa y agarrados a algunos objetos flotantes, y terminan por claudicar.
       Cuando nuestro héroe recupera el conocimiento, Soraya le confiesa que no quiere regresar junto a su esposo, ya que teme que Bayaceto no se fíe ya de ella; ni tampoco desea permanecer al lado de Jerifaz. Lo que pretende es que el enmascarado se la lleve con él.
       En ese momento aparece Li Chin dispuesta a apuñalar a la sultana, pero el Guerrero le ordena que no lo haga y le libere de los hierros que le aprisionan. Una vez suelto, sube a cubierta, y, al verle, Jerifaz malinterpreta que ha sido su amada quien le ha quitado las cadenas.
       En España, los falsos inquisidores que dejaran inconsciente a Ramiro, deciden dejarle con vida y llevarlo, junto a Adolfito, ante su jefe. Ana María ya ha sido conducida ante la presencia del siniestro Cicuta, quien, para atemorizarla y confundirla, la encierra en una celda donde la condesa, supuestamente, hará penitencia hasta que su esposo regrese. También le dice que él le ayudará a que el hijo que espera no nazca; lo que deja espantada a Ana María, que, a estas alturas, está arrepentida de haber pensado en abortar en un momento dado.
       Mientras tanto, Don Luis y Fernando rescatan del mar a los españoles que se habían visto obligados a bandonar el barco de Ben Jerifaz. Informados de lo sucedido, prosiguen a toda vela para socorrer a su amigo.
       En la nave otomana, el enmascarado y Li Chin luchan contra Jerifaz y los suyos. Soraya ordena al capitán que no haga daño a la pareja, pero el celoso turco no acata sus órdenes y le asegura que a partir de ese momento será él quien mande sobre ella. Como sabe que no puede con el Guerrero, Jerifaz hace que uno de sus hombres arroje a Li Chin por la borda. Nuestro héroe adivina que su enemigo pretende librarse de su presencia en el barco obligándole a lanzarse al mar para socorrer a la muchacha. El enmascarado así lo hace, y, una vez reunido con su amiga, se aleja a nado junto a ella hacia el barco de Don Luis y Fernando que se aproxima. Jerifaz ordena hacer fuego con los cañones contra el Guerrero, pero Soraya se interpone en sus planes tirándose también al mar. Temeroso de la reacción de Bayaceto si la sultana resulta herida, el turco anula la orden dada.

COMENTARIOS:

               -Episodio un tanto inconsistente en el que el doble juego que la voluble Soraya se trae con el Guerrero y Ben Jerifaz resulta excesivamente rebuscado cuando no incomprensible. La sultana tan pronto parece pensar una cosa como al momento tener en mente otra. Aunque es caprichosa por naturaleza, su proceder llega a desconcertar al lector tanto o más que a nuestro héroe o a Jerifaz.
               -La trama de Cicuta y los falsos inquisidores tampoco queda bien hilvanada después de los cambios que Gago tuvo que hacer por imposición de Valenciana, que censuró la portada y el título mismo del episodio.
               -Numeración en interior de la contraportada, 373.

EN ESTA IMAGEN TOMADA DEL BLOG "VOTO A BRÍOS", PODEMOS OBSERVAR LOS CAMBIOS QUE GAGO SE VIO OBLIGADO A EFECTUAR POR IMPOSICIÓN DEL EDITOR. "LA INQUISICIÓN EN MARCHA", TÍTULO ORIGINAL DEL CUADERNO, FUE SUSTITUIDO POR OTRO; Y LAS CRUCES QUE ADORNABAN LOS CASCOS Y ROPAS DE LOS INQUISIDORES DESAPARECIERON SIN DEJAR RASTRO. PARADÓJICO QUE UN TEBEO QUE PRETENDÍA CRITICAR TAN NEFANDA INSTITUCIÓN COMO FUE EL SANTO OFICIO...¡ACABASE VÍCTIMA DE LA CENSURA  INQUISITORIAL DE LA EDITORIAL QUE LO PUBLICABA!

lunes, 7 de diciembre de 2015

Núm. 29. RAMIRO Y ANA MARÍA

Fecha de publicación: 21 - VII - 1979.




      Soraya: -Yo aliviaré tus penas durante el regreso, Guerrero amigo.
     Guerrero del Antifaz -¿Quieres que te encierre también como a Jerifaz?



     Al advertir la situación en la que se encuentra su capitán, los otomanos de la nave no hundida abordan el barco cristiano, cuyos tripulantes ofrecen una feroz resistencia con Don Luis y Fernando a la cabeza. Mientras tanto, el Guerrero del Antifaz salva de morir ahogada a Soraya; la cual, a pesar de estar furiosa con Ben Jerifaz porque se la llevó de palacio y la embarcó junto a él a la fuerza, demuestra,una vez más, su generosidad y perdona a su enamorado captor.
     Desmoralizado y a instancias del enmascarado, el turco ordena a los suyos que depongan las armas y se rindan. Los hombres que acompañan a nuestro héroe y sus amigos piensan que lo más apropiado es devolver a Soraya a su esposo Bayaceto II, con la esperanza de que tal gesto redunde en beneficio de las relaciones entre España y el sultanato. El Guerrero considera primordial estar a buenas con Bayaceto y resuelve demorar su regreso al hogar y dirigirse a Esmirna en la nave capturada, mientras Don Luis y Fernando continúan viaje hacia la patria con el encargo de tranquilizar a Ana María. Sin embargo, la pareja no cumple con sus deseos y le siguen de lejos, pensando que más adelante podría necesitarles.
     Soraya no pierde el tiempo y, enseguida, trata de seducir a nuestro héroe, despertando los celos de Li Chin.
     En el condado de Roca, Ana María acepta la propuesta que le hace Ramiro de poner tierra de por medio, alejándose del peligro que representa Cicuta, y pasar unos días en su casa del monte, junto a su madre y su hermana. Sarita no ve con buenos ojos semejante plan, pero su amiga acepta encantada, pues cree que una temporada lejos del castillo, en plena naturaleza, puede venirles bien tanto a ella misma como a Adolfito.
     Casi de incógnito emprenden el viaje, pero tienen la mala suerte de cruzarse con los hombres de Cicuta, quienes les conminan a entregarse. La condesa, creyendo que, de veras, son inquisidores, está dispuesta a hacerlo para evitar problemas mayores a su sirviente. Pero el escudero sospecha de ellos por el modo de conducirse, y está seguro de que no son más que unos malhechores disfrazados. Se entabla una lucha feroz durante la cual uno de los bandidos se apodera de Ana María y huye con ella al galope. Otro, viendo que no hay manera de acabar con Ramiro, amenaza con degollar a Adolfito si el escudero no se rinde. En semejante trance, Ramiro no puede evitar que uno de los rufianes le ataque por la espalda y le golpee con una maza. Parece que nada va a poder evitar que sus enemigos le rematen.


COMENTARIOS:

               -La cara de alegría que pone Li Chin cuando el Guerrero decide poner rumbo a Esmirna y no proseguir viaje hacia España se desvanecerá, poco después, cuando sea testigo de las insinuaciones se Soraya hacia el enmascarado.
               -Numeración en interior de la contraportada, 372.
   
  






miércoles, 2 de diciembre de 2015

Núm. 28. PIRATAS DE AKARIN

Fecha de publicación: 14 -VII- 1979.



     "¡Sí, ella  [Sandra] expiró entre mis manos llamándote a tí, maldito!"  -Josuef.



       Aunque, en un principio, los piratas se muestran reacios a desvelar el nombre del asesino de Sandra, presionados por su enfurecido jefe Akarin y el encolerizado hasta el límite, Guerrero del Antifaz, terminan por delatar a un tal Josuef. Este último, al verse descubierto, huye a todo correr, pero nuestro héroe le sale al paso y acaba con su vida, vengando la muerte de su amiga.
       El enmascarado y Li Chin se sienten culpables por haber dejado sola a Sandra en semejante trance; si bien ninguno de los dos había llegado a sospechar que todo acabaría trágicamente para la otomana.
       Akarin sugiere un pacto de no agresión entre los piratas de las Chafarinas y los españoles. A pesar de no agradarle mucho la idea de hacer un trato con semejantes delincuentes, el enmascarado accede a ello.
       En ese momento, la nave en la que viajan Don Luis y Fernando se acerca a la isla  principal con la intención de dar una buena lección a esos piratas que asolan las costas y los navíos de España; pero el Guerrero se muestra a sus amigos y embarca inmediatamente con ellos. Sus camaradas están felices de verle, mas él les reprocha que se hubieran dejado engañar por el impostor, ya que las consecuencias de tal engaño han resultado terribles para su esposa. De todos modos, ahora se muestra dispuesto a regresar junto a ella y aceptar la llegada del niño que espera. Li Chin siente que está a punto de perder al hombre que ama y sufre en su interior.
       Mientras tanto, Cicuta y sus hombres regresan al convento que les sirve de refugio. Ni él es el monje que pretende ser ni ellos son inquisidores de verdad, sino una banda de malhechores que cometen sus fechorías amparados en los hábitos que han usurpado. El verdadero monje está bajo tierra, y su suplantador planea secuestrar con engaños a la condesa de Torres  y pedir un fuerte rescate por ella. Cicuta envía a sus disfrazados sicarios al castillo, confiando en que sus falsos uniformes les franqueen el camino hasta su víctima.
       Ana María rechaza la oferta de Sarita de refugiarse en su casa, pero esa noche su sueño se ve turbado por extrañas pesadillas en las que su esposo (o, tal vez, el impostor que la violara) se ríe de ella  y el monje Cicuta la acecha.
       El barco en el que nuestros amigos retornan al hogar tiene un encuentro con dos naves otomanas procedentes de Esmirna a cuyo mando está el capitán Ben Jerifaz, el antiguo amante de la sultana Soraya. Gracias a las indicaciones del enmascarado, que sugiere colocar el navío español entre los dos barcos turcos y disparar los cañones de babor y estribor, las embarcaciones enemigas resultan seriamente dañadas. Viendo que su nave se hunde, Ben Jerifaz y sus hombres saltan a la de los españoles. El Guerrero y el otomano se enfrentan en un duelo feroz en el que el segundo resulta desarmado. Dispuesto a morir a manos del cristiano del antifaz, pide a éste que antes auxilie a su señora Soraya, que viajaba en el barco que se hunde.


COMENTARIOS:


              -Como muchos sabrán a estas alturas, en un principio, Gago quería servirse de la figura de monseñor Cicuta para criticar y denunciar las injusticias cometidas por una institución de tan mala fama como la Inquisición española. Pero el rancio editor de Valenciana se opuso tajantemente a ello, obligando a nuestro sufrido autor a cambiar el argumento, haciendo de Cicuta y sus inquisidores unos suplantadores. La historia resultante adolece de cierta verosimilitud, ya que sería muy improbable que unos facinerosos pudieran sustituir a unos cargos eclesiásticos sin que nadie lo advirtiera. Tampoco queda claro si Cicuta es el vitriólico nombre del verdadero inquisidor o el del hombre que se hace pasar por él. De todos modos, y sabiendo los propósitos reales de Gago, podemos hacernos una idea de por dónde podrían haber seguido los derroteros de la historia.
             -Numeración en interior de la contraportada, 371.
     



       

lunes, 9 de febrero de 2015

Núm. 27. LAS DOS RIVALES

Fecha de publicación: 7 - VII - 1979.




      Poulo no tiene ocasión de enfrentarse con el Guerrero del Antifaz, ya que, a consecuencia de la herida mortal que le infligiera la musulmana, se derrumba en el suelo y muere en brazos de Li Chin, no sin antes pedirles perdón a todos.
     En el condado de Roca, Ramiro acusa al monje Cicuta de no representar a la verdadera Iglesia y le insta a marcharse o, de lo contrario, le arrojará al foso. Montando en cólera, el eclesiástico amenaza con quemarle vivo por blasfemo en ese mismo momento, pero Ana María interviene a favor del escudero asegurando que nadie le tocará un pelo. Cicuta les hace saber que cuenta con amigos inquisidores a los que puede recurrir si se oponen a él, y abandona el castillo con los hombres que le acompañan.
      Sabedora de las terribles amistades del monje, Sarita ofrece refugio en sus posesiones a Ana María; pero la condesa prefiere esperar en su castillo la suerte que le tenga reservada el destino. Convencida de que no es culpable de ningún delito está dispuesta, ahora, a tener el hijo que espera. El fiel Ramiro se ofrece a protegerla contra todos, y Sarita ve con preocupación cómo la situación se va complicando por momentos.
      En la isla mayor de las Chafarinas, a Li Chin y Sandra les cuesta cada vez más disimular su rivalidad y no paran de discutir por el Guerrero, que les pide que le ayuden a enterrar al malogrado Poulo.
      En el poblado, los piratas, descontentos con la jefatura de Akarin, pretenden deponerle por la fuerza de las armas y elegir un nuevo líder. Desde un altozano nuestro héroe contempla cómo los isleños combaten entre sí sin adivinar los motivos. Li Chin y Sandra eligen ese momento para dirimir sus diferencias en un duelo a espada. Las dos mujeres se acometen con fiereza hasta que el  hombre objeto de su enfrentamiento las sorprende y amonesta con severidad.
      Akarin se impone finalmente a sus hombres y conserva la jefatura. Planea sellar un pacto con el cristiano, convencido de que éste puede influir para que los barcos españoles que merodean cerca de las islas las respeten y no lancen ataques contra ellas. Los piratas y su cabecilla se reúnen con el enmascarado y sus compañeras; y, aunque no tienen nada en contra de Li Chin, sí lo tienen contra Sandra, que al ser expulsada por los berberiscos se llevó en uno de sus barcos su tesoro. Están decididos a matarla, y Akarin no se ve capaz de contenerlos; mas el Guerrero no va a permitirlo en absoluto.
     Li Chin ve llegada la hora de librarse de su rival y propone a los piratas que, en lugar de matarla, la hagan su esclava y se porten con ella "como hombres". Sandra no tiene intenciones de servir de diversión a esos hombres y echa a correr dejando claro que piensa darles trabajo si quieren cogerla. El enmascarado amenaza con matar a quien ose herirla, pero ella le pide que no intervenga, y Akarin y Li Chin restan importancia al asunto diciendo que Sandra tal vez encuentre al hombre de su vida entre el grupo que la persigue; sin embargo, nuestro héroe no se queda tranquilo.
      Los piratas ceden una casa a sus nuevos aliados. Agotado, el Guerrero se acuesta para descansar. Tiene pensamientos para su esposa Ana María, pero Li Chin, tomando la iniciativa y quizás aprovechándose de la debilidad de su amigo, le despoja de la ropa y se introduce en la cama con él.
     Preocupado por lo que pueda ocurrirle a Sandra, el cristiano abandona el lecho y recorre la isla en busca de la capitana otomana. Interroga a varios piratas, pero todos afirman ignorar dónde pueda estar la mujer. Por fin la halla muerta; destrozada tras defenderse como una leona. Con lágrimas en los ojos, le da sepultura y, lleno de rabia, se dispone a averiguar quién ha cometido ese crimen.
     En ese preciso momento, un navío español, fuertemente armado, se acerca a las Chafarinas. En él viajan Don Luis y Fernando, los amigos del Guerrero.
   

COMENTARIOS:

               -Desconcierta bastante la pasividad con la que nuestro protagonista se conduce en este episodio. Si bien es cierto que los piratas prometen no hacer daño a Sandra y sólo "jugar" con ella, y que la otomana le pide que no intervenga, el Guerrero del Antifaz de antaño jamás habría permitido que un grupo de peligrosos rufianes diese caza a una mujer que, en el mejor de los casos, podría acabar siendo violada y, en el peor, asesinada (como, de hecho, sucederá). Tal vez Gago pretendiera humanizar al personaje haciéndole cometer errores como el presente, pero termina provocando la frustración del lector, que no reconoce el comportamiento de su héroe.

                -Como otras veces, la escena de cama resulta un tanto ambigua, de manera que no sabemos con certeza si el Guerrero ha hecho el amor con Li Chin o ha abandonado el lecho sin que haya sucedido nada entre ellos. Sigue habiendo una cierta timidez  a la hora de presentar los episodios extraconyugales del enmascarado, quedando todo envuelto en un halo de ambigüedad que sanciona cualquiera de las dos interpretaciones que puedan hacerse del asunto.

                -Numeración en interior de la contraportada, 370.
PERO, ¿HA HABIDO TEMA O NO?