sábado, 13 de enero de 2018

Núm. 61. FANTASMAS

Fecha de publicación: 1 - III - 1980.


     Ramiro: -¿Cuánto te paga el amo por hacer esto?
     Bartolo: -¡Soy amigo de Romualdo!
     Ramiro: -¡El de Acebedo no tiene amigos y menos entre los de nuestra clase...!

El Guerrero del Antifaz no quiere abrirse paso entre las amazonas que rodean la casa porque ello supondría tener que emplear la fuerza, y, siendo caballeroso como es, no quiere verse obligado a lastimar a alguna de las mujeres. Por tanto, opta por saltar junto a Li Chin a la pared rocosa de la montaña que se alza casi pegada a la parte trasera de la vivienda. El humo que ellas mismas han provocado oculta a las feroces guerreras la huida del enmascarado y su compañera.
     Antes de iniciar su periplo, Don Luis, Fernando y Soraya bordean la costa con la esperanza de encontrar a sus amigos desaparecidos. Al caer la noche ven en unos picachos junto al mar unas misteriosas siluetas con la apariencia de fantasmas. En su huida, el Guerrero y Li Chin también han descubierto a tan extraños personajes y se ocultan detrás de unas rocas para evitarse posibles complicaciones. Desde su escondite comprueban cómo incluso los hombres-lobo que merodean de noche por esos parajes huyen al encontrarse con aquellas apariciones que visten túnicas blancas holgadas y con capucha y ocultan su rostro detrás de una tela negra con agujeros para los ojos. Una de tales apariciones descubre a la pareja y, empleando el poder hipnótico que emana de una gran joya que lleva a guisa de ojo derecho postizo, consigue dominar la voluntad del enmascarado al que ordena tirar la espada. Al comprobar que su amigo obedece sin rechistar al extraño sujeto, Li Chin interviene; mas su oponente conoce, como ella, las tácticas de lucha oriental y da con la muchacha en el suelo. En el momento en que el supuesto fantasma ha dejado de mirar al Guerrrero, este recobra sus facultades y golpea a su hipnotizador. Surgidos de improviso, varios de los encapuchados rodean a la pareja y le exigen que se entregue. Esta vez de nada le sirven sus poderes hipnóticos al que parece ser el líder, pues sus presas evitan mirar directamente a la fantástica joya para no caer bajo su nefasto influjo. Viendo que no es posible domeñarlas, el jefe fantasma les arroja una esfera que, al estrellarse contra el suelo, deja escapar un gas narcotizante que les hace perder el sentido.
     En España, mientras el matrimonio que la vigila se encarga de curar la herida de Romualdo, Ana María aprovecha que la puerta ha quedado mal cerrada para fugarse. Bartolo sale en su persecución, armado con un gran hacha, y está a punto de atraparla, cuando los gritos de la condesa son oídos por Ramiro y Sarita. El escudero se enfrenta al leñador, el cual resulta ser un enemigo peligroso tanto con los puños como con el manejo del hacha. Ambos contendientes parecen conocerse de antes, pero entre ellos no hay, ciertamente, aprecio.
     Muy lejos de allí, el Guerrero y Li Chin se recuperan del gas narcótico en una mazmorra donde han sido encadenados. Poco después reciben la visita del líder fantasma y algunos de los suyos; los siniestros personajes declaran ser miembros de una secta religiosa e invitan a sus prisioneros a unirse a la misma. Para la joven todos están como cabras y para el enmascarado nadie que no respete la libertad ajena podrá conseguir su amistad.

COMENTARIOS:

               -Gago se deshace de un plumazo de las amazonas y embarca a nuestro héroe y su amiga oriental en una nueva aventura de corte pseudofantástico en la que unos fantasmas bien terrenales emplean improbables bolas de gas narcótico.
               -Numeración en interior de la contraportada, 404. 
       

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